De todas las reacciones producidas ayer a causa de la entrada de E.ON en la puja por Endesa, la más sorprendente para mí es la de Pasqual Maragall, que se ha limitado a desear que gane el mejor.
Mientras los políticos y empresarios catalanes, incluso los separatistas que montan manifestaciones en las que se insulta a España, claman por la españolidad de Gas Natural y reclaman la intervención del Gobierno en apoyo de la opa hostil, Maragall
aseguró que la irrupción de E.ON como competidor de Gas Natural no es negativa, «sino al contrario», y recordó que se trata de dos operaciones de mercado «perfectamente legítimas». Maragall rehusó hacer «quinielas» y se limitó a señalar que «ganará el mejor».
Esta significativa neutralidad de Maragall se produce después de que el propio funcionario franquista (fue el protegido del alcalde Porcioles) uniese el destino de la opa con los del cava y el Estatuto en unas imprudentes declaraciones de hace dos meses.
«Aquí lo que se ha de mantener es el rigor y todo irá adelante: irá adelante el cava, la opa, el Estatut… Estad seguros de que todo es cuestión de que tengamos nervios de acero, tranquilidad.»
Yo explico semejante comportamiento como una rebelión de Maragall ante el destino que le reserva su amigo Rodríguez, al que él convirtió en secretario general del PSOE. El nieto del capitán Rodríguez Lozano le ha traicionado repetidas veces: le impidió el nombramiento como consejero de su hermano Ernest; pactó el Estatuto con Artur Mas a sus espaldas; y se fue a almorzar con los oligarcas catalanes acompañado del charnego Montilla.
Ya se sabe que la venganza es un plato que se come frío.
