Bokabulario

Busco caca de lince. Se recompensará

La aceleración de los acontecimientos en España está siendo inmensa. Las noticias se suceden sin tiempo a meditarlas, ¡y qué noticias!: la aprobación del Estatuto catalán pese a su inconstitucionalidad, la alegría en el mundo proetarra, el hundimiento de las exportaciones, la corrupción del Ayuntamiento de Marbella… Pero no se me puede escapar la astracanada de la caca de lince.

Resulta que en la trifulca entre la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Fomento por el desdoblamiento de la carretera M-501, donde se suceden las muertes, ha entrado un nuevo elemento: un excremento de lince. Lo ha hallado, casualmente, unos días antes de la aprobación de las obras, un investigador. Me pregunto cómo se puede distinguir una deposición de lince de otra hecha por otro felino o un perro o incluso un humano. ¡Qué gustos tienen algunos, que se llevan el laboratorio de CSI a la sierra!

De esos restos orgánicos, el Ministerio de Medio Ambiente deduce que puede haber una colonia de linces por ahí a la que la construcción de la nueva carretera alterará su coqueto habitat.

La opinión de los lugareños, que afirman no haber visto nunca linces, y la ausencia de otros indicios como huellas o cuerpos, no importan. Ni que el mismo Ministerio hubiera declarado hace tiempo que no hay en la provincia. ¡Hay que fastidiar a los madrileños, que están para pagar impuestos!

Después de ver a los socialistas aumentando la desigualdad entre los ciudadanos españoles al aprobar el Estatuto catalán (y el valenciano, en lo que comparten culpa con el PP). Ahora les vemos entregados a la causa reaccionaria de detener el progreso económico. ¡Si Marx levantase la cabeza! Y todo por un puñado de votos y varios sueldos oficiales.

¿No podría colocar alguien excremento de lince o de oso o de lobo o de hipopótamo a la entrada de La Moncloa, a ver si así dejábamos encerrado en el palacio a Rodríguez?

(Última tontería de Rodríguez, pronunciada en Cornellá al hablar del alto el fuego de la Eta:

«Dediquemos la paz a quienes, como él [Ernst Lluch], lo han dado todo, incluso la vida, por ver la paz y la libertad».

Mire usted, bobo solemne: Lluch no dio su vida; SE LA QUITARON DE UN BALAZO, como a las demás víctimas del terrorismo, los pistoleros a los que nos va a entregar.)

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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