“Lord Jim”, en realidad “Lord” a secas, que es como se ha quedado a pesar de que quisiera ponerle el nombre dela novela de Conrad, es mi perro.
Es un bretón ya algo vejete, tiene 14 años, que vive y campea conmigo desde que tuvo 20 días de edad. Nació en un bar , “Los Morales”, en la calle Vallehermoso de Madrid y aunque dicen que de eso no esta enterado yo creo que sabe que tiene dedicada la novela “Nublares”.
Ha salido bastante en la tele pero no se da importancia. Lo que le gusta es comer, de todo, desde pepino a huesos, de judías verdes a salchichón , pero aun más que el queso, lo que mas le motiva es cazar conejos y perdices. Es por lo único que no estaría fijo en el bocado. Cuando por las noches sueña, “Lord” sus movimientos delatan que caza y corre en sueños detrás de alguna liebre inalcanzable.
Pero bueno yo quería contaros a “Lord” por la cosa de los viajes, que es de lo que más me están hablando, por lo del libro de la Quetzal y las expediciones que vienen, mi Tahina-can, que ya tiene pagina web facilita www.tahina-can.com . o punto org. Cuando salió un libro de viajes anterior “Un sombrero para siete viajes” algunos se extrañaron del final. Porque hablaba del perro. A mí era de lo que más me gustaba del libro. Y hoy quiero reponerlo aquí porque creo que es una sensación que más de un viajero compartirá. Si tiene perro, seguro.
“Mi perro siempre sabe cuando me voy lejos. Ese día no se despega de mis pasos. Sufre , y yo sufro. Quisiera poder explicarle que volveré, que me espere, que no voy a abandonarle y se lo digo. Pero Lord se limita a mirarme ansioso. Entiende muchas cosas pero no esas complejidades del lenguaje humano.
Así que cuando me ve sacar el macuto verde, y sobre todo descolgar el viejo sombrero del clavo, me sigue por todas partes con su muda pregunta en la mirada. Pero no puedo trasmitirle mis garantías de vuelta. En realidad ni uno mismo sabe si va a volver. No puede en verdad más que prometer una intención. En el fondo el perro tiene razón.
Pero a lo humanos, a mi mujer, Mari, les queda el consuelo de la palabra, la confianza y hasta un plazo y una fecha para la vuelta. A él no. A él solo le queda esperar en el vacío. Sin saber.” (Sic) Por eso en el regreso, la alegría de los humanos , avisados puede ser mucha, “pero la sorpresa y el alborozo de mi perro Lord serán los mayores. Y eso será lo que me arranque, en la vuelta, la mejor sonrisa del corazón”