La Marea de Pérez Henares

La «ley Narbona» contra el hombre de campo

(La Nauraleza no es una postal)
La nueva ley de Parques Nacionales va contra los hombres que viven en el campo y contra la naturaleza misma que requiere de su labor y sus cuidados. El integrismo ecologista, retórico y teórico, ignorante del campo y su vivencia, pretende expulsar a través de esta y otra leyes al hombre del medio, de la Naturaleza. Quizá porque quienes las redactan solo habitan el asfalto. Pero el hombre es parte de la naturaleza y hay todavía gentes que allí viven y allí quieren seguir viviendo.


(Esto que sigue a continuación es un largo alegato, es también una explosión sentimental de quien es hijo de labradores y sigue intentando ver al campo no como postal, que sigue pegado a sus raíces. He visitado en los últimos tiempos la Cordillera Cantábrica, el entorno de Doñana y acabo de volver de mi pueblo, Bujalaro, en la Alcarria Alta de Guadalajara, fronterizo casi al Parque Natural del Rio Dulce donde una señorita nombrada directora impone al cabrero de toda la vida, el único que ahora queda de todos los que había, reducir su rebaño a 40 cabras . No hablo de oídas. Resulta un esperpento que urbanitas asfalticos impongan a través de leyes absurdas sus criterios y acaban por tratar poco menos que como a delincuentes contra el medioambiente a quienes durante milenios los han preservado tal y como los conocemos ahora.)

La nueva ley de Parques Nacionales pretenden expulsar del territorio a quienes durante incontables generaciones lo han cuidado , quienes lo han conservado para que hoy sea cual lo contemplamos. Las leyes auspiciadas en el integrismo ecologista olvidan que la naturaleza ha sido moldeada por la mano humana, que el hombre es parte de la naturaleza y que está necesita, después de milenios de troquelaje, sus cuidados.

En las tierras, en los campos, en los bosques viven gentes. Cada vez menos, pero allí han vivido y allí quieren seguir viviendo. Acabar con sus medios de vida es una atrocidad para ello y para el medio natural que se pretende conservar. Porque es esa población rural la que cuida el territorio y resulta ahora que , con leyes talibanes, esta y otras similares, se pretende imponerle las doctrinas asfálticas de quienes tan solo acuden allí los fines de semana y de visita. Son , por mucho que teoricen en filosofías mas próximas a la visión de Walt Disney que a la de la ciencia, leyes dañinas. Contra la naturaleza y contra los hombre que la han cuidado y que la cuidan. Las gentes del campo no pueden seguir siendo tratados poco menos que como delincuentes medioambientales por una serie de funcionarios carentes de experiencia y de vivencias.

Porque en los espacios naturales que tanto nos gusta visitar vive gente. Gente que a través de milenios allí ha cultivado la tierra, pastoreado sus ganados, pescado, entresacando madera, cazando… Allí ha vivido, allí viví y allí quiere seguir vivienda. Las ultimas tendencias, amparadas en un talibanismo ecologista tan teórico como ignorante, pretende desterrar al hombre de la naturaleza, pretende expulsarlo de esos paraísos que se consideran de “postal”.

La “Ley Narbona” sobre Parques Nacionales puede ser la definitiva puntilla. La ley Narbona prohíbe esos usos tradicionales, acaba así con el modo de vida de esas gentes. Los que en verdad “han cuidado y cuidan el territorio”, los pocos que aun viven en el campo. A ellos parece decírseles que forzosamente y sin otra alternativa , solo les queda convertirse en camareros cuando nosotros, los urbanitas, vayamos el fin de semana de visita.

Es algo lesivo, injusto y terrible . Y un inmenso error ante todo para los espacios que de esa manera pretende proteger . Porque expulsar de su tierra y de sus labores tradicionales a quienes han conservado ese territorio y lo siguen cuidando supone una atrocidad desde el punto de vista de la conservación que puede tener consecuencias irreparables y absolutamente contrarias a lo que pretenden conseguir.

PARQUES NACIONALES

Los parques nacionales son garantía de la conservación del patrimonio natural español. Contribuir a su mantenimiento en optimas condiciones y a la preservación y mejora de su habitat y especies vegetales y animales que lo conformar son no solo un deber de las administraciones sino del conjunto de la sociedad y de toda la ciudadanía.

Cualquier propuesta pues habrá de incidir y ser coherente con este principio esencial.

Sin embargo, la imagen bucólica y acientífica de que el Parque nacional es un territorio intocado por la mano humana y que en absoluto debe tocarse choca precisamente contra ese primordial principio.

La naturaleza, tras milenios de presencia humana, ha sido modelada y modificada por el hombre. El hombre no es ajeno a la Naturaleza, forma parte de la misma, influye decisiva y trascendentalmente en ella. Lo ha hecho y lo hace. Considerar al hombre como extraño al medio natural es una aberración científica y una fuente de infantiles pero penosas consecuencias.

Pretender que los Parques Nacionales ni han sido tocados, cuando lo que han sido ha sido incluso modelados, por la mano humana y que de ahora en adelante esta no debe interferir para nada va tan en contra de su propia conservación y en contra de la verdad. Porque se sigue actuando y no queda otro remedio que actuar. Pretender ahora que existe una virginidad natural y primigenia es falso y lo es aun más porque, como hemos dicho, el hombre no solo no es ajeno al medio natural sino parte de el. Lo ha sido el hombre del paleolítico, cazador, pescador y recolector, lo ha sido el del neolítico, agricultor , ganadero y silvicultor, y , de manera mucho más destructiva, que mas que modelar como los anteriores ha dañado a los espacios naturales hasta su muerte en muchas ocasiones. No deja ahora de ser un sarcasmo que sea este ultimo representante de las etapas humanas sobre la tierra el que pretenda impedir a los anteriores, mucho menos nocivos, el seguir practicando sus actividades primarias que han contribuido , precisamente, y en muchos casos, a que esos espacios naturales hayan llegado hasta nosotros en su conformación actual.

Los Parques Nacionales recibe, y es preciso que lo hagan, y deben seguir recibiendo la atención humana. Para su cuidado, protección y desarrollo armónico. Han de seguir siendo gestionados por el hombre. Pretender que la solución para su mantenimiento es el abandono es condenarlos mas pronto que tarde a su degradación en todos los aspectos.

La nueva Ley parece, sin embargo , inspirada en este principio , como ya señalamos tan bucólico como alejado de la realidad, tan bienintencionado como carente de base científica. Es más choca frontalmente con cualquier estudio riguroso que atienda a las necesidades de conservación y no esté trufado e influido por planteamientos ideológicos de principio o por cuestiones de pensamiento presuntamente y políticamente correcto.

Los aprovechamiento primarios han configurado los actuales Parques Nacionales y los espacios que ahora se contempla que puedan serlo, hay multitud de ejemplos de Parques Naturales y otros espacios como Reservas Nacionales de Caza . Los aprovechamientos primarios no solo no pueden ser prohibidos sino que iría contra la propia conservación del parque su prohibición. Nos referimos, claro está a los usos tradicionales, de agricultura, de ganadería, de silvicultura, asi como otros uso de carácter recolector o de aprovechamiento de recursos como la apicultura y , por supuesto, la caza y la pesca.

Sobre estos dos aspectos es sobre los que más se ceba , sin razones pero con particular agresividad la ley y el integrismo ecologista. Prohibición radical y total. Se olvida que en los Parques Nacionales se cazó (y pescó) antes de su constitución(muchos de ellos fueron en su origen grandes cotos, como Doñana o Cabañeros) y se ha seguido cazando después. Claro que se ha cazado . Nadie lo niegue. Lo único que ha sucedido es que la caza ha sido prohibida a los cazadores. Pero los animales, las especies venatorias han seguido siendo abatidas, ha debido ser controladas en sus poblaciones. ¡Porque sino el propio parque corría peligro!
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¡Pero ello se ha hecho de manera vergonzante, ilícita en ocasiones, ilegal y brutal en otras como demuestran algunas espeluznantes imágenes. Hay pruebas. La población de Cabra hispánica de Sierra nevada, disparada hasta cantidades inasumibles y nocivas , hubo y ha de ser abatida por guardas y “profesionales” contratados a tal fin , en lo que se emplean sustanciosos recursos. En Cabañeros la atrocidad fue aun mayor (hay videos y fotos inauditos): ciervos, zorros y especies protegidas, como buitres leonados y negros, muertos en lazos , que provocan largas agonías, encontraron así su muerte.

El hecho evidente e innegable Pero es que el hecho evidente es que resulta estrictamente necesario el control poblacional de algunas especies. De especies cinegéticas, a las que la falta de caza, de control en suma dispara en poblaciones a la vez que provoca brotes de enfermedades contagiosas, como la sarna, y aumenta los problemas de malformaciones y deformaciones en no pocos de sus ejemplares.

Nadie puede rebatir tal extremo. Lo que se pretende negar, sin otra base que una argumentación de principios puramente ideológicos y en absoluto científicos ni realistas ,es el hecho de que ese control poblacional lo efectúen los cazadores, con todos los controles que sean necesarios, con todas las garantías que se quieran establecer, al igual que habrán de establecerse para cualquier de los otros aprovechamientos primarios inherentes a los Parques.

Sin embargo todo va en la dirección contraria . Lo que se pretende , con esta nueva ley, y al perder la gestión por parte del Gobierno Central sobre los Parques, colocar un dogal sobre las comunidades autónomas y despojarlas de sus competencias e imposibilitarlas de seguir manteniendo esos aprovechamiento primarios que amen de beneficiosos para la propia conservación garantizan la convivencia armónica, fructífera y positiva de los habitantes del territorio afectado al que pareciera quererse extirpar no solo de su tierra sino de sus propias fuentes de subsistencia por muy benéficas y milenarias incluso que hayan sido. Parece que quienes han estado, están y cuidan el territorio que ahora se dice preservar fueran los presuntos culpables juzgados de antemano y condenados por su posible destrucción y lejos de atender a sus razones y derechos tan solo se presta oído a quienes desde la lejanía, desde el despacho y el asfalto, contemplan la naturaleza como un lugar al que acudir de paseo o de visita, no el lugar donde se vive, el lugar donde el hombre también habita. Porque hay hombres y mujeres que allí han hecho y tienen su habitat. En el campo, en la Naturaleza. Ellos viven allí y de los productos y animales que allí cultivan o pastorean.

Pero en el aspecto cinegético queda, como añadido y no intrascendente, a lo ya expuesto, un apartado de enorme interés: el económico. Hoy esa “caza” realizada subrepticiamente por guardia o “profesionales” cuesta fondos a la administración . El control cinegético de excedentes poblacionales realizado bajo todas las garantías y con la compañía de la guardería supondría el ingreso de fuertes aportaciones económicas que redundarían en la mejora de servicios y cuidados del propio parque, así como en la mejora de la renta per capita en la zona y la creación de puestos de trabajo. La realidad demostrable de lo que sucede en los Parques Naturales y Reservas Nacionales de Caza lo demuestra sin ningún género de dudas y da incluso pautas de cómo allí no solo se preservan las especies más emblemáticas, que en Parques Nacionales han retrocedido. El ejemplo del Parque Nacional de Andujar y la gestión de propietarios, administración cazadores, agricultores, ganaderos y vecinos con respecto al lince ha demostrado hasta que punto son ciertas, demostrables e irrebatibles las anteriores aseveraciones. Las decenas de jóvenes linces nacidos ¡en libertad! son la mejor prueba de lo expuesto.
La prohibición de los aprovechamientos primarios y los usos tradicionales tan solo ha de actuar en una dirección negativa y de confrontación con la población rural más afectada que verá, porque así se lo hacen ver y tener que acatar, al Parque Nacional como un enemigo, como algo ajeno y contrario a sus intereses.

La Ley sobre Parques Nacionales podrá ser aprobada en esta legislatura , pero si no se mejora en este sustancial aspecto , su futuro será incierto. Pero lo peor es que a larga y si no es modificada pondrá en peligro tanto a los actuales enclaves como a los que está previsto colocar bajo tal denominación que bien pudieran pensarse que sea tan nocivo el corsé en el que pretenden introducirlos que opten por mejores, mas flexibles, científicas y positivas formas de protección.

PROPUESTA DE NUEVOS PARQUES NACIONALES

Como ya he dicho la sentencia del Tribunal Costitucional , a mi juicio muy desafortunada, entregó la gestión del Parques Nacionales a las CC.AA. Como respuesta, pero en dirección profudamente equivocada, la «Ley Narbona» pretende antes del traspaso una «máscara de hierro» que asfixia los usos tradicionales so pretexto de preservar sus valores y blindarlos de agresiones.

Por ello a las Comunidades Autonomas que tiene en marcha intenciones de covertir Parques Naturales en Nacionales sería conveniente que antes de dar el paso se lo pensaran dos veces. Segun los conservacionistas serios que trabajan sobre el terreno la figura del Parque natural permite la conservación en condiciones menos dogmativas, mas eficaces y flexibles.

A dia de hoy la Comunidad de Castilla-La Mancha , aún en estudio, con el Alto Tajo, la de Madrid con la sierra del Guadarrama y Extremadura con Monfrague, ya ultimada, tienen previsto convertir tales espacios en Parques Nacionales.

Y de entrada , claro, a la opinión publicada le suena bien. En realidad y si sale adelante esa “Ley Narbona” eso significará la puntilla para las gentes de esos territorios, la definitiva conversión es espacio de ocio y postal para los urbanitas pero de imposible lugar de vida y trabajo para los que durante milenios los han labrado, pastoreado y cuidado.

Estoy convencido de la buena voluntad tanto de Rodríguez Ibarra, como de Esperanza Aguirre como de Jose Maria Barreda. Querían lo mejor. Pero antes de dar el definitivo paso, por favor, léanse esa ley, y se lo piensan.

Y es que por favor, y no me importa parecer pesado, les insisto que recuerden que el campo no es una postal a la que vamos de visita. Allí vive gente.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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