Andan los partidos a ladrillazo vivo por culpa del ladrillo. Unos y otros se regocijan y jalean las vergüenzas ajenas mientras hacen las mas extrañas filigranas para taparse las propias. Y, en verdad, si se tuviera en cuenta la admonitoria del galileo a ver quien era el guapo que arrojaba el primer ladrillo.
Han pasado, vuelto y revuelto gobiernos nacionales , autonómicos y municipales como vuelven las cigüeñas a los campanarios y en los de todos los colores han cocido estas mismas habas. Todos han pregonado sus maravillosas recetas e intenciones y han callado luego mientras que el problema crecía tanto para unos, la muy inmensa mayoría a la que la vivienda le costaba hipotecar la vida, como se convertía en la maquina de amasar fortunas para otros.
Porque lo que ven nuestros simples y mortales ojos antes de perdernos en vericuetos políticos y megaeconomicos, es que cada lugar de España, de la gran urbe a pequeños puebles, son unos señores que se han forrado, algunos de manera tan vertiginosa como estratosférica, con la cosa del ladrillo. De ahí han surgido la casi totalidad de las fortunas nuevas, de los lujos, los yates, los boatos, los fincones y los nuevos gerifaltes. Tras de todo está el ladrillo.
Pero esas fortunas no han surgido de la nada. Esos miles de millones no se han criado en los árboles. Han salido de todos y cada uno de nuestros bolsillos. Han salido del sudor y del trabajo diario de las gentes. Si unos se han forrado es porque la gente ha sido esquilmada. Si unos se han lucrado de manera vertiginosa es porque a otros se lo han quitado de la cartera.
Esa es la madre del cordero. Junto a otra que es la colaboración necesaria de quienes desde sus puestos públicos han metido mano en el puchero. que son uno ni dos ni cien. La sensación es que en mayor o menor medida junto al pelotazo generalizado contra el pueblo llano ha habido un pelotazo político contra la mínima decencia .
Salen ahora los unos proponiendo decálogos y pactos. No estaría mal sino oliera a forzada necesidad por inundación de mierda. Pero no debieran los otros rechazarlos tan de plano porque ya no es de “esta agua no beberé” sino que de esta agua ya he bebido. Pero en realidad decálogos y prédicas sobran porque lo que faltan son los hechos. Y lo único que la gente quiere ver es a los ladrones en la cárcel y el dinero devuelto. Los demás son gaitas. O soluciones habitacionales, que decía la ministra.