La pulsión manipuladora de la izquierda no se limita al presente, sino que afecta, sobre todo, al pasado. La modificación de biografías de niños pijos del franquismo es un ejemplo. Otro, la colocación de mentiras como bombas de explosión retardada.
Esta semana ha pasado desapercibida, pese a su importancia, una mentira que es una difamación y que sirve para definir a quien la profirió: el general franquista-socialista José Antonio Sáenz de Santamaría.
El martes 6 de marzo, Antonio Casado reconvino en El Confidencial al PP por su oposición a las medidas de favor al asesino Iñaki de Juana. Decía que en la lucha antiterrorista no había que hurgar demasiado y citaba el caso del ex diputado Javier Rupérez, que fue secuestrado por ETA. Casado señaló que Adolfo Suárez había pagado 200 millones a los etarras por la libertad de su compañero. Al día siguiente le replicó Adolfo Suárez Illana, que negó las afirmaciones de Casado.
El jueves, Casado reculó y pidió a Suárez Illana que no se enfadase con él, sino con quien había dado esos datos. El mentiroso, el calumniador, el perjuro era el teniente general José Antonio Sáenz de Santamaría.
Sáenz de Santamaría sostiene que se pagó el rescate de Rupérez con cargo a fondos reservados y aventura una cifra: 200 millones. Veintiocho años después, mi amigo, el hijo del presidente Suárez, que entonces estaba en el colegio [¿y qué?], sostiene que la cantidad total de fondos reservados presupuestada para aquel año era de 100 millones de pesetas.
Este sujeto, ya fallecido, pasó de voluntario de los nacionales a los 16 años a miembro de la mafia de Interior, montada en torno al delincuente Rafael Vera. También prestó servicio en la guardia personal de Su Excelencia el Generalísimo don Francisco Franco Bahamonde.
En su libro de memorias, redactado por Diego Carcedo, el militar mimado por Franco, por UCD y por el PSOE, también arremetía contra una de las bestias negras del Imperio Progre: Pío Moa. Según el ex policía, Moa habría sido el infiltrado que había permitido la liberación de Oriol y Villaescusa en 1977. ¿Causalidad o campaña? Antes de este panfleto, el modelo ético llamado Alfonso Guerra publicó sus memorias, en las que también practicaba la maledicencia y la delación en perjuicio de Moa.
Ha habido muchas familias en las que el padre ha sido franquista con los franquistas y el hijo progre con los progres: los Cebrián, los Fernández de la Vega, los Fernández Bermejo, los Martín Pallín… Una manera muy inteligente de medrar. ¡Siempre con el poder! Algunos, como Fernando Ónega y este militar indigno han conseguido disfrutar del chollo y aumentarlo con todos los Gobiernos que han conocido.
Ah, el periodista que le redactó al general «bellaco» las memorias fue Diego Carcedo, que pasó de redactor del diario falangista Arriba, y del sector exaltado, a consejero de RTVE designado por el PSOE.
Con esta gente, no me sorprende que el terrorismo haya durado décadas. Hieden.