Bokabulario

Los catalanes se llaman García

De nuevo 11-S. No me refiero a los atentados islamistas contra Estados Unidos, no, sino a algo menos sangriento pero sí más patético: la fiesta fundacional del separatismo catalán.

En la Diada todo es mentira, salvo el odio a España y a los catalanes que no se someten al discurso dominante.

Pero, ¿quedan catalanes-catalanes? Curiosamente, los Pujol, los Roca, los Obiols, los Maragall, los Regàs y demás son una minoría en su supuesto país. Los apellidos más frecuentes en Cataluña son García, Martínez, López, Sánchez y Fernández. Lo asombroso es que el nacionalismo catalán, tanto el de derechas como el de izquierdas, ha conseguido subyugar y persuadir a miles de charnegos que siempre serán ciudadanos de segunda. Ahí está el locuaz Montilla hablando de su patria catalana. Ya que no tiene un dominio del catalán equiparable al de Pujol, al menos sí se ha integrado en el sistema de corrupción del Oasis.

En este régimen basado en el engaño y la impostura merece la pena leer algo sobre la verdad histórica:

¿Casanova un héroe? Cinco detalles. Primer detalle: si es cierto que animó a los defensores de la Barcelona sitiada, no es menos cierto que fue partidario de pactar con el atacante. Segundo detalle: mientras los defensores de la ciudad pasaron la noche del 10 al 11 de septiembre de 1714 vigilando o luchando, Casanova se demoró en la cama y sólo acudió al frente al ser requerido con urgencia. Tercer detalle: Casanova, herido de escasa gravedad en una pierna, se retiró prontamente del frente. Cuarto detalle: curada la herida, Casanova quemó los archivos, consiguió un certificado de defunción, delegó la rendición en otro consejero, y huyó de la ciudad disfrazado de fraile. Quinto detalle: acabada la guerra, reapareció en Sant Boi de Llobregat donde ejerció la abogacía, recibió el perdón de Felipe V, y matriculó a su hijo en la muy borbónica Universidad de Cervera. Del impostor a la impostura. La resistencia popular catalana contra las tropas de Felipe V no pasa la prueba de los hechos: la provincia de Lérida se mantuvo fiel al Borbón; la de Gerona apostó tempranamente por el bando felipista; los austracistas sólo tuvieron adeptos en el triángulo formado por Barcelona, Igualada y Tarragona; en muchos lugares, la adscripción de la gente dependía de la del señor. (…) la pequeña nobleza y la oligarquía catalanas, después de apoyar inicialmente a Felipe V, pasaron de bando y apoyaron a Carlos de Austria a cambio de la promesa de ciertos privilegios comerciales.

Y una columna de César Alonso de los Ríos:

una gran parte de la cultura catalana estuvo con el franquismo.

Los catalanistas, como Sabino Arana y sus hijos, están convencidos de que para conseguir sus fines el resto de España debe hundirse. Su estupidez, su odio y sus ansias de poder son tan grandes que cubren la realidad de que ellos también se ahogarían. Esa Cataluña motor de España no pasa de ser, en 2007, un fantasma. El arquitecto Oriol Bohigas –otro señorito catalanista de izquierdas beneficiado por el franquismo- lo explica con claridad:

Así, pues, los dos periodos de mayor inestabilidad en el Gobierno central fueron los de mayores logros autonómicos, después de los cuales llegaron las rebajas fulminantes. No sé si la historia se repite, pero alguna lección deberíamos extraer de todo ello: no puede haber avance de soberanía mientras el Estado español esté firmemente asentado. O dicho de otra manera: la estrategia para avanzar en la soberanía de Cataluña pasa por debilitar previamente la gobernabilidad central o, por lo menos, aprovechar los momentos indecisos y desconcertantes.

De modo que este millonario promueve una versión de butifarra de la estemecedora consigna empleada por todos los golpistas y totalitarios de cuanto peor, mejor.

¿Qué hacen el PP y los socialistas en esta fiesta racista y falsa?

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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