Bokabulario

Los héroes que descubrieron el horror del aborto

La gente busca héroes, gente que se enfrente a los riesgos de la vida actual, como el qué dirán, la comodidad, el aburrimiento, la banalidad… El desconcierto lleva a que se asciendan al puesto de extraordinarios a actores, actrices, futbolistas, cantantes, presentadores de televisión, mientras se olvidan, y hasta insultan, a los verdaderos héroes. Un ejemplo: Regina Otaola. Otro ejemplo: quienes han descubierto el negocio del aborto.

ABC, que es el periódico que mejor está cubriendo la información de los asesinatos de niños, publicó el domingo un reportaje sobre los hombres normales que han descubierto los espantos que nos conmueven:

«Nadie puede explicar lo que se siente cuanto te encuentras una cabeza de niño, o una manita, o una pierna. La rabia es incontenible», explica J., uno de los buscadores de fetos. (…) No son muchos. Un par de tipos valientes en Madrid, otro par de osados en Barcelona. Al principio ni se conocían, pero acabaron creando la «Plataforma la vida importa». Son gente normal. Un empresario, un médico, un abogado pluriempleado al frente del Centro Jurídico Tomás Moro, que lleva tres años sin vacaciones porque tiene que gastarlas en sus idas y venidas a los juzgados para defender la causa que enarbolan.
Padres de familia casados, muy ocupados y que, sin embargo, sintieron en algún momento un latigazo en la conciencia que les obligó a lanzarse a un loca carrera en pos de una verdad incómoda.
Emprendieron un camino que les llevó a pasar muchas noches al raso, dejando a sus seres queridos solos en casa. Y todos lo iniciaron por una mezcla de curiosidad y responsabilidad moral.
«En Barcelona -recuerda uno de los buscadores- se hablaba mucho de que aparecían fetos en la basura, de que si las clínicas los tiraban… Todo el mundo suponía que era una leyenda urbana más, pero a mí me dio por querer confirmarlo. Empecé a salir y ya ve lo que me encontré».
Animarse a realizar semejante labor no es fácil. Aprendieron a pertrecharse. La primera vez salieron con unos guantes de cocina «robados» del fregadero de casa. Pronto se dieron cuenta que había que comprar además batas médicas, incluso mascarillas de laboratorio y, sobre todo, localizar un lugar donde vaciar el contenido de las bolsas. Más aún cuando empezó a comprobarse la naturaleza de su contenido. (…)
«Hicimos noches y noches guardias en el coche, como los policías yanquis, con café en un termo y donuts. Hasta que un día lo vimos. »

Ahí los tenéis: perdiendo dinero y tiempo, arriesgándose a ser detenidos y fichados, y todo por salvar a unos niños que no importan a nadie, ni a sus madres. Son héroes, ¿no? En contraste, qué asco dan los inspectores de la Generalidad y la Comunidad de Madrid que pasaron por los mataderos, los políticos que lo sabían, los jueces y fiscales que no hallaron en las denuncias indicios de delitos… Éstos son los sepulcros blanqueados de los que hablan los Evangelios.

Gracias a ellos, a sus sacrificios, se han salvado cientos de niños.

¿Qué es lo que influye en tipejos como Morín para convertirse en matarife: el dinero o el odio al ser humano?

Bernat Soria, que es de la misma catadura, afirma que discutir sobre el incumplimiento del Código Penal en la despenalización del aborto, supone volver a la Inquisición. Según este científico, la Inquisición se inventó en España, cuando fue en Francia donde empezó.

Le aseguro al valenciano catalanista Soria que los inquisidores españoles mataron menos en siglos que Morín y su emporio en diez años.

Aconsejo la visita a esta web: Asociación de Víctimas del Aborto.

CODA: Para el Imperio Progre el aborto es un pilar de la modernidad, hasta el punto de que su intelectual colectivo, El Faro del islam, contraataca.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

Lo más leído