Descansemos un poco de política y de la actualidad y pongamos los ojos en el cielo.
Os dejo varias obras literarias y musicales espirituales que he encontrado en otros blogs.
Un soneto de José de Carvajal y Hue sobre la buena muerte:
Quiero morir tranquila mi conciencia
de no haber hecho daño voluntario,
con lágrimas bañando el relicario
del alma, en el altar de mi creencia.Labro en sufrir y amar mística esencia,
que redime la culpa en el calvario;
yo pequé, mas sufrí viento contrario
y amé a Dios, a mi patria y a la ciencia.Quiero morir en brazos de mi hijo
y hallar mi sepultura en el sendero
de la fe y el honor con rumbo fijo.Quiero morir cristiano y caballero,
quiero morir besando un crucifijo
¡y sé que no es morir esto que quiero!
Una hermosa poesía que debería de enseñarse en los colegios, en vez de los coñazos pesimistas de Luis Martín Santos (Tiempo de silencio) y Rafael Sánchez Ferlosio (El Jarama).
El autor de la conmovedora canción navideña Adeste Fidelis: un católico inglés que perdió su patria y sus bienes por su fe.
Siempre me pregunté la razón de la alegría sublime de este himno y ahora la encuentro: provino de la pluma de un hombre que perdió su patria y sus posesiones y que sintió el dolor de la nostalgia, pero que supo que había una patria mayor y unas posesiones mejores; y que cualquier nostalgia se ilumina ante el Dulce Misterio del Niño que es Rey de los Ángeles y que nos hace alegres y triunfantes aun en la pena y la derrota.
El 31 de enero se celebró la fiesta de San Juan Bosco, apóstol de la juventud y de su educación. ¿Se ralizan hoy milagros como los que ejecutó este sacerdote? Pues sí. Gracias a los blogs de Religión de Periodista Digital he conocido a una familia española que ha marchado a predicar la Buena Nueva en Japón.
