Bono será, menos mal, presidente del Congreso. Dará tardes de gloria a los cronistas parlamentarios y pasará a la pequeña historia de la anécdota y del cuadro en el pasillo. Vestirá el cargo, devolverá esplendores , bruñirá los metales , encenderá las luminarias , abrirá puertas doradas a los próceres de allende de los mares, a los poderes patrios , a los abolengos y a las vanidades pero sobre todo se complacerá en riadas populares. A las bodas de Camacho se invitará a todos los pobres. Por lo menos a mirar y a un pincho.
Dará tardes de gloria, desde luego, y alguna frase quedará de don José ,“Pepebono”, para los anales , decires y chascarrillos parlamentarios. Una como aquellas que aún se mentan del cojo Romanones ,con cuya descendencia está en bello y venturoso trance de hacer emparentar a la suya. Es lo bueno que tiene ahora el socialismo de sigla en España. Da bula hasta para entrar en la aristocracia sin que te baje un ápice el pedigrí de progre. La riqueza , por mucho que ahora quiera el papa, (a buenas siglos mangas verdes) no sólo no es pecado en cristianos sino que ha dejado de ser tacha alguna para seguir presumiendo de “rojo”.
Chirrían ahora con mohines de disgusto y cazo puesto los nacionalistas de diversos pelajes e iguales intenciones . Se armaran mañana revuelos de sedosos fru-frus y clamores de roncas voces. Pero el carné de baile ya está completo y las piezas y parejas adjudicadas . Es bien sabido, además, que si protestan las bisagras es porque reclaman su perentorio engrase y que los enfados de salón sirven ante todo para que la dama presuntamente ofendida tenga desayuno de diamantes y el caballero pueda presumir de ademán fiero, taconazo y viva España. Vamos que, sin más metáfora, a los unos les vendrá bien para escenificar el maltrato victimista y a los otros para aparecer sobre el escenario envueltos en las banderas patrias.
La representación no creo que de para una opera. No hay ni partitura ni voces, ni tenores , ni sopranos ni siquiera un profundo bajo para que en el Palacio de la carrera de San Jerónimo podamos escuchar un Parsifal o una Aida . Pero con Bono dirigiendo la orquesta a una zarzuela castiza si llegamos, que en edificio y en teatro le ha caído desde siempre más cerca. Puede incluso que con este don José aún nos alcance para una Carmen. Pero , aunque lo quiera aparentar y se vista de cigarrera, no será ya la de España sino, más que nunca, la de Merimé.