¿Es la gente mayoritariamente de izquierdas? Los maricomplejines expañoles creen que sí; en cambio los italianos de Berlusconi, Fini y Bossi creen que no. Y los hechos dan la razón a estos últimos.
En Italia, ha vuelto a vencer la coalición de Silvio Berlusconi frente a la izquierda. De las últimas elecciones, con una participación superior al 80% -es decir, más de cinco puntos por encima de las participaciones en las elecciones españolas de 2004 y 2008- la derecha ha ganado más veces que la izquierda, y con un mensaje duro para los Arriola: rebaja de impuestos, batalla cultural, medios de comunicación, educación y libertad.
Reproduzco dos columnas de sendas personas que conocen la política y la sociedad italianas:
Una arrolladora mayoría de italianos ha votado por tercera vez a Berlusconi. Ciertamente todos saben que es un empresario crecido a la sombra de Bettino Craxi y de su «socialismo tricolor», y que se convirtió en político cuando todos los grandes partidos fueron aplastados por la corrupción en la primera mitad de los 90. Nadie ignora que no es un liberal y que sus políticas son y serán estrictamente pragmáticas, para nada librecambistas ni mucho menos thatcheristas; con él hay liberales, pero hay también ex democristianos, ex socialistas, autonomistas y federalistas y post fascistas de distinto cuño. Sin complejos, por cierto, y han ganado: aquí aún está por demostrar que la rigidez dogmática smithiana o que los complejos sobre la identidad política sean rentables en las urnas, y acabamos de tener una buena prueba.
en Italia no es obligatorio ser moderno por fuerza, quizás porque en muchos campos llevan siglos siéndolo. No hay pues complejo de progresismo; al revés, en estas elecciones, la izquierda del «cashmere» y de la supremacía cultural ha sufrido un gran revés a favor de una derecha menos elitista que no esconde ni sus vicios ni sus virtudes. En este país no hay que mirar alrededor a la hora de hablar de política. A pesar de lo que escriban, en España votar a «La Leganord» no es sinónimo de ultraderechismo. Ha sido ese un voto de protesta, en muchos casos joven, proveniente de las clases medias y seguramente no ideológico sino práctico.
Prueba del nueve: comparad los insultos dedicados por El País a Berlusconi con los elogios a Rajoy:
Berlusconi es la fatalidad. Se impone como un fenómeno de la naturaleza. Cuesta imaginar una Italia sin su sonrisa pérfida, sus manejos y sus sofismas.
¡Todo un ejemplo de información objetiva!