Miro y remiro el decreto sobre vivienda de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y cuanto más lo leo menos me gusta. Malos pasos, presidente. Y a peores trochas que pueden llevar esos pasos . A barrizales y hasta ciénagas. No son territorios recomendables. Ni por ética ni por estética
Que se sepa los promotores, los que se han hecho muchimillonarios hipotecando de por vida a millones de ciudadanos con precios abusivos, no han repartido con el pueblo sus beneficios. Que yo sepa se han dedicado a pasear su lujo, sus yates y su despilfarro. Casos abundantes hay en la región y hasta con apodo ¿Resulta que ahora cuando les van mal dadas ha de acudir “el pueblo” a ampararles, a salvarles de más que dudosas ruinas, a seguir manteniéndoles el chollo?
A eso suena el Decreto. A eso va a sonar a los ciudadanos de Castilla-La Mancha. Pero aunque no sea tal la intención-que en buena medida si parece con eso de garantizarles a las nuevas viviendas concertadas la compra si no venden y permitir que las que ahora están sin vender tengan salida – no es menos problema el convertir a la Junta en la mayor inmobiliaria de España. Con lo que eso conlleva. Con lo que por ahí se resbala.
Convertir a los políticos, convertir a la Junta de Comunidades en Agente de la propiedad Inmobiliaria y , aun más, en quien decide cuales son los promotores elegidos que construyen esas viviendas de venta garantizada es entrar en un disparadero peligroso. Es presidente, meterse en un pantano.
No me gusta. Y se huelen a la legua los problemas. Tampoco veo, de verdad, la necesidad imperiosa. En este momento hay en la región 85.000 pisos sin vender. ¡Pues que bajen los bajen los precios, leches, que bastante han abusado!. ¿Ponerse a construir más, con amparo publico y garantía de que la Junta compra lo sobrante, es solución? ¿Convertir a la Junta en propietaria de pisos invendidos es utilizar correctamente el dinero público?.
Pero hay algo peor. Es esa mezcla del ladrillo y de política. Bastante está ya embrollado el PSOE en esos hilos. En algunas provincias, presidente, se pasa del cargo en la inmobiliaria a la delegación de gobierno, como acto de pura continuidad política. Como se pasó antes a la poltrona ladrillera desde una consejería o desde el sillón de una alcaldía. Y eso es un escándalo. Que puede, a nada que alguien se unte las suelas en este nuevo invento, en pequeño.