La Marea de Pérez Henares

Iberoamérica, con respeto

Solemos quejarnos, y a veces con razón, de la percepción que de España se tiene en Iberoamérica. No sería malo por nuestra parte revisar la que nosotros tenemos de ellos.
Porque quizás descubriéramos y aprendiéramos a valorar mucho mejor lo que está sucediendo en toda aquella extensa zona del mundo que de tan cerca nos toca.

Lo primero y significativo es que es un continente emergente y con una sociedad viva y con ansias de progreso y mejora. No es poco. Es, incluso mucho. El conjunto de todos estos países ha dado un vuelco importante en los últimos años. Poco rastro queda de dictadura-excepción hecha de Cuba-donde antes eran mayoría los golpistas en las jefaturas del Estado. Es, sin duda, un enorme avance. De una manera u otra, con una formula u otra, las diferentes republicas gozan ahora de regímenes democráticos de mayor o menor calidad pero democráticos.

El segundo elemento de análisis nos lo dan las cifras económicas. En su conjunto Iberoamérica, con desigualdades y contrastes fuertes eso si, crece de manera importante. Muchos países están viendo como sus economías superan incluso los dos dígitos en las mediciones de los incrementos de sus PIB. Hay avance, hay esperanza , hay futuro.
Pero para mí lo más significativo, más allá de la importancia de lo anterior, es la viveza de su sociedad civil. Son estas sociedades inquietas, con afán de cambio, con instinto de avance, con deseos de justicia social y de distribución de la riqueza. Y ello es positivo, encomiable y bueno.

Ese impulso de cambio- y es lógico que este se imponga tras siglos de oligarquías inmovilistas en lo económico y corruptas en lo político- está sacudiendo a todo el continente. Es una autentica convulsión la que prácticamente en todos y cada uno de los países se está viviendo y en ella tiene cada vez más protagonismo las expectativas de las clases más pobres o, también hay que señalarlo, de la postergada población indígena, aunque aquí más valiera de dejarse de monsergas de conquista de hace muchos siglos y señalar a quienes han ocupado el poder desde las independencias. Que busquen su oportunidad, que la exijan, que reclamen e sus derechos y su lugar al sol nada tiene de sorprendente. Las oligarquías criollas no supieron dar soluciones. Ahora son otros quienes las intentan.

Y en esa viva e inquieta sociedad los caminos elegidos, pues han sido elegidos por sus habitantes, son varios y hasta variopintos. Puede que en Europa y en España se contemplen con mayor simpatía aquellos más institucionales menos caudillistas con menor carga demagógica y con mayores perspectivas reales de éxito. Son lógicos los recelos ante líderes populistas de discursos y acciones que unas veces caen en peligrosas sendas autoritarias u otras rayan en histrionismos.
Pero unos y otros son fruto del voto, no se olvide, y de esas sociedades que buscan salidas. Y esas mismas sociedades demuestran, a Chávez por ejemplo, que tiene energía para oponerse a sus pretensiones y pueden derribarlos en las urnas.

Iberoamerica es un continente que merece un respeto. Y sus inquietos movimientos sociales y políticos hay que inscribirlos en un afán colectivo de avance y de futuro. Aunque algunos cojan rumbos que nos preocupen o que sean verdaderas derrotas en rumbo de colisión y enfrentamiento.
(Ecuador, 4 de septiembre de 2008)

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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