Esto sí que es cine negro. Los titiriteros expañoles, en vez de películas sobre personas que desean vivir, nos hacen pagar películas sobre personas que desean morir.
Mar adentro: Un hombre quiere morir y persuade a los demás para que le maten. Admirable personaje, modelo para las generaciones futuras, luchador por el derecho a una muerte digna.
Camino: Una niña desea morir para ir al cielo. Una repugnante manipulación cometida por sus padres beatorros que llegan a alegrarse de la muerte de su hija.
¿Alguien entiende a los progres? ¿Cuál es la diferencia entre ambas actitudes? Dos seres humanos desean morir, y en un caso hay que cumplir su deseo hasta el punto de matarle y en el otro su pretensión causa desprecio.
Están como cabras… y las terapias, o sea, sus películas, las pagamos nosotros.
Sobre la promoción de la eutanasia por los nazis, la película Yo acuso, de 1941.
Sobre la fiabilidad y objetividad de Javier Fesser, esta protesta.
Por cierto, llaman la atención los dos carteles. En el de la película pro-eutanasia, el actor muestra una cara relajada y feliz, mientras que en el de la película atea, la niña parece un pequeño demonio, lo que se subraya con la frase ¿Quieres que rece para que te mueras?
CODA: Excelente columna de Juan Manuel de Prada:
NOS habían parecido hijas de una imaginación calenturienta aquellas descripciones de los aquelarres que hallamos en las crónicas medievales, donde las brujas perpetran sacrificios de niños y se enardecen embadurnándose con su sangre, hasta alcanzar un éxtasis demoníaco. Ahora, a la vista de ese barco abortista que ha atracado en Valencia, comprobamos que aquellos cronistas no exageraban: las brujas, en efecto, existen, y celebran aquelarres, y sacrifican niños, y se embadurnan gozosamente con su sangre, para hacerse dignas ante los ojos de su dueño.