La Marea de Pérez Henares

Los ricos también lloran

La crisis para los pobres se llama paro. Para los ricos se llama Madoff. Los pobres españoles lloran porque se quedan sin trabajo. Los ricos porque se han quedado sin millones.

La culpa no es del ladrillo- eso lo han logrado salvar con suspensiones de pagos y otras martingalas que les permiten mantener sus fortunas personales a buen recaudo- ni siquiera es de la bolsa, que algún día hasta repuntará. No. La culpa de que los ricos españoles lloren por 3000 millones que han volado, es de un tal Madoff, el más reputado broker de la bolsa neoyorquina, pero ser un timador más viejo que hilo negro, más que Tony Leblanc dando la “estampita” en Atocha , porque no mucho más que eso, y con menos gracia, es la estafa de la “pirámide” en el mundo de las finanzas . La diferencia es de cifras y cuando llegas a algunas en vez de llamarte “trilero” te llaman “mago”. Hasta que se cae el chiringuito y resulta que solo eres un estafador con el truco más antiguo del mundo pero que sigue colando. Esta vez ha colado por 50.000 millones de dólares. O sea, 37.470 millones de euros. En pesetas ya ni me alcanzan los números. Pero los pondré: 6.257.490 de millones de pesetas. O sea billones y billones.

Y lo que les ha trincado a los ricos españoles, al cambio también en pesetas, que los pobres nos seguimos haciendo mejor idea de lo que es, asciende a 501.000 millones . ¿Alguien lo ha visto alguna vez juntos? ¿O aunque sea separados? .

O sea, que los ricos también lloran y además están muy enfadados. A este paso y a la vista de que los sindicatos-tan apacibles y sumisos a Zapatero-son incapaces de movilizarse ni de mover una pestañita de protesta y cabreo -son ellos los que van a empezar a manifestarse y a tirar cosas por las calles. Y a apedrear bancos, que es la cosa de siempre de las manifestaciones de toda la vida: sacudirle un “coctelazo” a la cristalera de un banco. En las manifestaciones de los pobres, desde luego. En las posibles de los ricos puede que también vayan por ahí pero tal vez habría que explicarles que un “cóctel” no es lo que creen sino que el “molotov” es una botella, preferentemente de coca-cola, vacía de la sustancia originaria pero llena de gasolina .

Pero que los ricos la tomen con los bancos, con algunos bancos, se entiende. Porque los hombres se han fiado de ellos y mira lo que les ha pasado por hacerles caso. Que los fondos seguros que les recomendaban y les aseguraban que eran “oro molido” y bases de granito , han resultado puritas arenas movedizas y en un suspiro se les han tragado los pelotazos de toda una vida .

Hace unos meses ya se quedaron algunos tiesos con la quiebra de Lheman Brothers , una firma del tal nombre que parecía que hasta los que trabajan allí de botones eran inversores infalibles. Pues ya saben: todo se lo llevo la trampa. O la ambición. Porque es la ambición de ganar más lo que les llevó allí y ahora les ha llevado a las garras de Madoff. Un señor que empezó con 5.000 dólares que ahorró trabajando de “pepito piscinas” en versión americana, o sea de “vigilante de playa”, y que de ahí parecía que iba a perpetuarse en los cielos del Walt Strett Ahora donde esta es a un paso del “talego”pero a la historia si que pasa. Porque la ha hecho a su manera. Dicen que es la mayor estafa de todos los tiempos. Aunque sea la más vieja , como la “estampita” ya digo, y en la que siguen picando los pobres. Pues esta , para que piquen los ricos, a lo grande-grande. Colosal como una “pirámide” y como única base el viejo el truco de ir retribuyendo a los inversores con el dinero de los que van entrando nuevos. La cosa crece y crece hasta que pega, claro, el petardazo y se descubre el pastel. Si hubiera sido pobre lo hubiera trincado aquí la guardia civil. Como era riquísimo y americano, ha pactado con el FBI. Que también para eso hay clases.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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