Un grupo de musulmanes ha colgado frente a la Basílica de la Anunciación de Nazaret una pancarta en la que sostienen que Alá no tiene hijos. Las autoridades israelíes, muy tolerantes, la han dejado allí.
La Navidad, como cualquier manifestación del Misterio del Cristianismo, molesta a muchas personas que, como sabemos, se distinguen por su inteligencia, su humanidad o su pacificismo. Unos mandan felicitaciones laicas y otros pretenden que su religión es mejor.
Por el blog Barcepundit me entero de que en Nazaret unos islamistas, de ésos por cuyos derechos vela todo progresista que se precie, han colgado en frente de la Basílica de la Anunciación una pancarta en la que han escrito en inglés y en árabe que su Alá no tuvo ningún hijo y que es el único Dios.
El alcalde de Nazaret, un israelí, no ha ordenado que se retire la pancarta. ¿Alguien se imagina la que montaría Míster Alianza de Civilizaciones si apareciese una pancarta junto a la mezquita de la M-30, la que inauguraron los reyes de Expaña y de Arabia Saudí, en la que se hubiese escrito simplemente:
Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios (1 San Juan 4, 2-3)
Ya traje aquí un reciente artículo de Antonio Elorza sobre la ley del embudo que aplican los musulmanes moderados y muchos occidentales que practican el odio a sí mismos.
(..) ni Hamás ni Hezbolá eran organizaciones terroristas para nuestros demócratas islámicos. En Egipto, el asesinato de Sadat habría sido una simple respuesta a su política represiva y los atentados posteriores, consecuencia de la opresión económica, para nada fruto de organizaciones e ideas terroristas. Ante pruebas físicas de radical antisemitismo en publicaciones islamistas, ningún participante de país árabe aceptó siquiera mirarlas. No se discute sobre lo propio con el infiel.
