En el dia I del reinado mundial del emperador Obama. Así, quizás, debería encabezarse la crónica para estar a tono con la inundación informativa a que estamos sometidos, con ese añadido de advenimiento de nuevo Mesias con que no pocos han dotado al personaje.
Y conste que soy de los esperanzados. El señor Obama me ha ido ganando crecientemente desde unos recelos iniciales. Pero es la mía una esperanza prudente, sin desmesura y consciente de futuros tropiezos y hasta decepciones. O sea, precisamente lo que Obama advierte y por lo que de día en día me ha ido ganando en credibilidad. Porque si algo parece haber demostrado es que más allá de la ilusión que convoca y despierta, ha ido emergiendo con un dirigente sensato, cargado de sentido común, de responsabilidad y de mesura ante los retos que se le vienen encima. O sea, que me convence por lo que a algunos, tal vez, les ha comenzado a defraudar. Y por encima del fasto de su democrática coronación, retransmitida “urbi et orbe”, el nuevo presidente de EE.UU. se me aparece como un gobernante con los pies en el suelo y muy mentalizado de los dificilísimos retos que ante si tiene.
Los primeros en su propio ,poderoso y pero también enturbiado panorama nacional. Estados Unidos está sumido en una hondísima y extensa crisis económica y financiera que cuestiona su propio sistema y es cuestionado a su vez, como nunca lo ha sido, en su liderazgo mundial, por países que emergen poderosos más allá de las hegemonías militares e incluso en este aspecto se encuentra inmerso en dos guerras de muy difícil salida: Irak y Afganistán. Y otra donde, sin tener soldados, esta metida en el ojo del huracán de los combates: el conflicto palestino.
A ello habrá de dedicar toda la energía de un país, que si parece, y es envidiable por ello, empeñado en demostrar al mundo su capacidad de afrontar las adversidades y superarse en ellas. Las acciones de gobierno urgentes e imprescindibles para remontar la crisis interior serán, a tenor de sus palabras, su prioridad absoluta. Y en la percepción del mundo y en la de España pronto se despejará, para los que todavía quieren seguir en el espejismo, que Barak Obama no es un “progre” a nuestro estilo sino un demócrata americano. Lo cual es muy diferente y en ocasiones, hasta en imagen , profundamente contradictorio. El hecho de irse a la iglesia antes de ser “ungido” ya es todo un símbolo, aunque sea anecdótico.
Obama va a exigir mucho más a Europa. Implicación en algunos temas- como Afganistán- en la que ahora ha escurrido , más o menos, el bulto. Y viene con la autoridad moral de poder hacerlo. Sus aliados tendrán que serlo y no de boquilla tan sólo. Lo ha avisado. El se perfila ante todo y sobre todo como un presidente de EE.UU. y atento a los intereses de su país. No un salvador del mundo ni el que , como puede caricaturizarse a Zapatero en algunos de sus ilusos optimismos radiofónicos, vaya a arreglarnos a nosotros nuestro paro. En plata que eso que se vende, a quien todo lo compra y con ruedas de molino comulga si las emplatan “los suyos” de que de que la culpa de todo lo que nos pasa la ha tenido Bush y que lo va a arreglar Obama, don Barak va desmentirlo de muy rápida manera. El va a estar, ante todo y sobre todo a lo suyo. Y a ver si estos de una maldita vez se ponen a lo ”nuestro”