La Marea de Pérez Henares

Pero los fascistas somos todos los demas

Los rabiosos “patriotas galegos”, que atacaron a los manifestantes por el bilingüismo en Santiago y de paso destruyeron todo lo que se les antojo, incluida una unidad móvil de RNE, creen de si mismos que son la quintaesencia de la lucha por la libertad y lo más progresista del mundo. Los virulentos independentistas catalanes, que agredían y agraden a los candidatos de Ciudadanos e intentan impedir a los candidatos del PP que ni siquiera hablen, se suponen la más pura forma de ideología de izquierdas y unos adelantados mundiales del combate contra los opresores imperialistas. Y hasta los etarras, estos más que nadie, que colocaron ayer un coche bomba ayer en Madrid, que asesinan de un cobarde tiro en la nuca, que torturan a su victimas secuestras en infrahumanas condiciones bajo tierra, se creen unos héroes, la vanguardia de la lucha contra la opresión.

Los que impiden el uso de derechos fundamentales, los que atacan la democracia y a quienes pacíficamente la ejercer son los que llaman fascistas, grito único y repetido por todos, a quienes apalean. Los que conculcan todos los derechos de los demás, los que pretenden imponer por la fuerza sus ideas, o una lengua o una alucinación nacionalista son los que acusan de agresores, de totalitarios, a quienes agreden. Los que , por ultimo, ya traspasada toda frontera de humanidad y derechos humanos, se convierten en verdugos y niegan a los demás el derecho de la vida, son los que, en el colmo de la iniquidad y el fanatismo, llaman asesinos a sus asesinados.

Pero todos ellos tienen el común denominador de sentirse y creerse a sí mismo los luchadores por la libertad, por la democracia, la fuerza más pura y valerosa de la izquierda y del progreso, los héroes del combate contra el fascismo y la opresión.

La peor de las cavernas, el pensamiento más reaccionario, las formas de agresión y violencia en sus diferentes grados, desde los “botelleros” gallegos a los criminales etarras, tienen en común esa alucinación y ese sentimiento-el nacionalismo lo es mucho antes que una razón o una ideología- de que ellos son lo ética, moral y humanamente admirable.

Esa es la enajenación mental, me temo que no tan transitoria, que les recorre. Esa es la coartada que hay que destapar como la peor de las falsedades. Porque lo peor el caso es que tiene una segunda derivada. El nacionalismo consiguió una pátina de “progre” que le barniza sus verdaderas miserias. Porque se la otorgó la izquierda. Una izquierda que, en no pocas ocasiones, sucumbe y se arrodilla ante esos postulados cuando no se trasmuta y los comparte y los bendice cada día para pactar y detentar poderes . Y así la sociedad española asiste perpleja, pero sumisamente resignada, al sinsentido de que quienes debieran combatir tales aberraciones las hacen suyas. Y se considera normal que se imponga una lengua, es más la imponen ellos, contra otra, y que se acabe por considerar sumamente progresista la exigencia del privilegio y la desigualdad entre ciudadanos de un mismo Estado.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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