Lo confieso: he matado al padre de “Pumba”, el jabalí, al abuelo de “Bambi” el ciervo y ando detrás de cargarme a un carnero con muchos cuernos. Por si fuera poco lo que tengo ya con perdices y conejos Me autoinculpo y me entrego a los justicieros amigos de los animales.
Pero…
Yo también acuso.
Acuso a los “corleones” , al mundo entero que es un “corleone” , de ser , eso si, utilizando a los “lucabrasi”, unos asesinos mucho más peligrosos e infames.
A los comedores de pollos, de secuestradores, torturadores y genocidas que aplican masivamente el exterminio , por enjaular desde su más tierna infancia los pollitos, meterlos en inmensa galerías de condenados a muerte, tenerlos con luz día y noche, hacerles comer guarrerías compulsivamente y mandarlos luego , apenas con un mes de vida, a la silla eléctrica por millones. Triste vida y peor muerte la de esos pollitos.
A los chuleteros de criminales infanticidas. Corderitos lechales de apenas días, cochinillos sonrosados, tiernas terneritas. ¡Que infamia!. Muertos casi recién nacidos Ni los perversos cazadores hacen eso con cervatillos o con rayones. Ni siquiera con hembras, salvo excepciones. Hasta los muy despiadados toreros al menos se meten con torazos de cinco años.
A los homicidas de besugos, sardinas, necoras y truchas y todo ser que en las aguas vive. Que sufrimiento y que asfixia fuera de su elemento A los que se hinchan de caracoles indefensos , a quienes se atracan de inocentes cangrejos. Asados y cocidos. Mártires.
Y no están libre de culpa criminal quienes arrancan de cuajo a las lechugas. No las oyen quejarse pero ¡ay si oyeran el silencio de las lechugas!. Peor es que el balido de los corderos. Y a las pobres acelgas: ¡hervidas vivas!.
El hombre es el culpable. Es el bestial comedor que debe salir de la naturaleza, sobra en el mundo. Ha de perecer y mejor que sea cuanto antes. De hambre ha de morir. Mejor dicho ha de morir todo de inanición en la Naturaleza. Los que comen hierba y los que comen carne de herbívoro. La Naturaleza es una criminal y una asesina. A muerte con ella. Viva la ñoñeria mundial: muramos todos voluntariamente de hambre