Los trabajadores tienes razón, los sindicatos, no.
Las voces del 1º de mayo gritaban una verdad, una incontestable verdad : los trabajadores no son, en absoluto ni para nada, culpables de esta crisis . Son quienes la están sufriendo . Quienes la están soportando crudamente ,quienes pierden su empleo, quienes no tienen con que pagar una vivienda, una hipoteca o hasta la comida diaria. Esa es una verdad. No han estado ni disfrutado los inmenso beneficios, no han sido quienes se han montado en los pelotazos, quienes se han hecho ricos de la mañana a la noche, quienes han amasado fortunas. No . Ellos no son los tiburones de las bolsas, no son los escualos de ladrillo, no son otra cosa que gentes de a pie que vivieron de su salario y su trabajo. Y ahora ven peligrar todo.
Ellos tiene razón. Pero no la tienen sus sindicatos. Mejor dicho, esas cúpulas sindicales que han aparecido como si fueran su voz pero no lo son. Ellos están en otra cosa. No son lo mismo. Un Mendez o un Fernández Toxo no son los trabajadores españoles. El sindicalismo en España y en Europa es algo cada vez más alejado a las necesidades de los trabajadores. Es duro decirlo pero cada vez será más claro el entenderlo.
Nadie puede discutir los derechos adquiridos de los trabajadores. Ni su derecho al “paro” ni a la pensión ni a al subsidio. Pero hay algo antes y más allá. Y sobre todo para el futuro. Estas cúpulas sindicales, ajenas al tajo y tan “profesionales” del sindicalismo como los políticos de su “cuadra” partidista son cada vez más parte de un problema que de cualquier solución.
Los tiempos están cambiando pero ellos sólo no cambian. Aún peor. No son ni aquellos viejos luchadores que desde la base y las fabricas elevaban sus reivindicaciones. No son aquellos. Pero tampoco es lo que hace falta en el siglo XXI. Sólo son burocracia. Política. Por mucho que les duela y lo rechacen. Los sindicatos europeos y españoles son parte del sistema y viven del sistema. Cada vez nos importarán menos, cada vez los querremos menos. Nadie puede atacarlos porque eso supondría una blasfemia pero cada vez más están menos cerca de nosotros, de nuestras necesidades. Son como una administración que no necesitamos pero que hemos de soportar. Pasaran años, lustros, tal vez un siglo. Pero los sindicatos, como aquellos gremios medievales, ya no son un instrumento de futuro. Son rémora y pasado.