¿Cuál es la «estrecha y emocionante colaboración» que une a la familia Almodóvar con la familia Polanco? Expaña es una finca de los progres y 11 millones de sus habitantes están contentos con ser las moscas que rondan por el establo.
Durante la trifulca entre Pedro Almodóvar y El País se me pasó un detalle importante. ¡No había caído en él hasta que se lo leí a un blogguer admirado!
Olvida Almodóvar mencionar la cantidad de páginas que se han dedicado antes del estreno a su película, ‘Los abrazos rotos’. Desde El País Semanal y las páginas de Cultura, la información y los despliegues que se le han dedicado no le han debido parecer suficientes. [El Comité, ¿no se ha preguntado cómo es posible que su periódico dedique páginas y páginas en el diario, en El País Semanal, las páginas de cultura, la información y los despliegues a una película que en opinión de su jefe de Cultura y su crítico de cine es un bodrio? ¿Nadie pregunta el ‘why’?]
¡Qué buena pregunta! Buscad a la mujer o seguid el rastro del dinero.
En su blog, Almodóvar aviva nuestra curiosidad:
Esas páginas [dedicadas a su pelicula] son el fruto de una estrecha y emocionante colaboración entre mi productora y el periódico, desde hace mucho tiempo, yo diría que desde su fundación.
¿A qué se refiere Almodóvar? ¿Paga El País con recomendaciones y elogios las inserciones publicitarias de las películas de Almodóvar o las exclusivas? ¿A cambio de esas páginas el cienasta presenta en sus películas al periódico como ejemplo de excelencia y honradez? ¿Se refiere a la venta-regalo de DVD de la filomografía de Almodóvar con El País? ¿O hay otras colaboraciones igual de estrechas y emocionantes que no aparecen en la contabilidad?
¡¡¡QUEREMOS SABER!!!
CODA: La Expaña que ha moldeado el Imperio Progre es la que describe Juan Manuel de Prada:
Esto de comparar el aborto con «ponerse tetas» constituye un ejemplo -chusco, si se quiere- de lo que Hannah Arendt llamaba «banalidad del mal», fenómeno que florece cuando las personas «normales» dimiten de su racionalidad ética.
El aborto entendido a la manera bibiánida es algo tan banal, tan trivial, que no requiere desgarros interiores; tampoco, por cierto, una especial impiedad o sadismo.