Temperaturas y tormentas
La temperatura política está descendiendo casi a la misma velocidad con que han subido los termómetros. Pasadas las elecciones y con los unos haciendo limitación de daños y los otros las cuentas de la lechera, el país se encarrilla, cansado, hacía el verano. Hay fatiga y una cierta sensación de darse un respiro hasta en lamentarse por la crisis, buscar culpable o consultar al astrólogo , que es esencialmente a lo que se dedican las declaraciones sin que nadie, ¡hasta ahí podíamos llegar! se le ocurra plantear algo estratégico , unificador y posible para combatirla.
Sube la galbana al tiempo que el bochorno, lo que no significa, sino al contrario, que no nos sacudan de cuando en cuando algunas tormentas con mucho aparato eléctrico, truenos retumbantes y hasta su pedrisco. Por el PSOE el granizo cae sobre Chaves y por en el PP sobre Barcenas y la recua del caso Gurtel. Los primeros esperan que amaine la cosa sin más ruidos y los otros que al menos les escampe por valencia y que Camps salga judicialmente limpio del asunto de los trajes.
Pero por donde no hay , y cada vez se nubla más la cosa, el por el lado de Barcenas. Hace ya mucho que era tarde ya para haberle apartado de sus funciones como tesorero del partido. Y cada minuto que ahora pasa resulta más nocivo no hacerlo para el Partido Popular. Tenga o deje de tener repercusión en urna hay cuestiones por las que no debe transigirse y donde se requiere un ejercicio de ejemplificadota limpieza. Ya nmo está Garzón y es ahora el Tribunal Superior de Justicia de Madrid . La posición de esperar de Rajoy cada vez se entiende menos y cada vez les es más difícil justificarla a sus portavoces mediáticos. El viejo truco de que la “corrupción son siempre los otros” cada vez hastía más a las gentes, hartos de que nada reconozca la viga propia y estén todos aireando la paja ajena. Bueno aquí son todo vigas y colosales. Lo de Chaves, se mire como se quiera mirar, no tiene un pase ni ética ni estéticamente.
P.D. ¿Y por Toledo que se mira?. Pues aprovechando esta sordina veraniega, hay quien mira hacia el Congreso y a lo mejor el Congreso mira también hacia Toledo. Pero más que a Fuensalida a la plaza del Ayuntamiento