La Marea de Pérez Henares

Ni el Constitucional puede tragarse ese Estatut

Parece que los excluyentes nacionalistas catalanes (e incluyo entre ellos ya al PSC) se huelen , que a pesar de todas las presiones políticas y que los jueces votan a la orden del partido que les ha nombrado, hay tales barbaridades en el Estatut que hasta esos jueces no pueden pasarlas por alto. Ni el Constitucional, que tantas inconstitucionalidades ha bendecido, puede amparar algunas que lo son en tal grado y tan flagrantes .Y claro, los nacionalistas catalanes (entre ellos el catecúmeno Montilla) están muy de los nervios. Pero, eso si, amenazantes, con el chantaje a flor de boca y esperando que ,como tantas veces, les funcione.

Aquel texto, cuando llegó al Congreso, suponía , simple y llanamente, un ruptura de Estado, la consagración de la independencia de hecho y de derecho facto de Cataluña y una agresión contra todo el espíritu y la letra de la Constitución, Ley de Leyes que los españoles nos hemos dado y en la que se sustenta y de la que se deriva ese estatuto al igual que todos los demás.
Pasado el trámite parlamentario nacional, que dejaba claro que la soberanía es ahí donde reside y que no existe otra, el Estatut quedo algo más presentable. Cepillado, dijo Guerra. Y tenía razón. De ser “anticonstitucional” en su esencia se quedó en “sólo” “inconstitucional” en algunos apartados donde la violación de los derechos de igualdad de toda la ciudadanía española era flagrante.
El primer aspecto era el lingüístico. La conculcación de los derechos de quienes deseen expresarse o escribir en la lengua oficial del Estado es patente pero es aún más alucinante el énfasis con que se niega que tal atropello existe. No hay problema , mienten, es el clamor de quienes agreden, multan e impiden la expresión en castellano so pretexto de defender el catalán. Cataluña es un lugar único dentro de los países europeos donde una persona no puede expresarse o educarse en la lengua oficial y común de ese Estado. La pasada de frenada final de Estatut es infumable para cualquiera, sea juez , magistrado o simple mortal no contaminado por la paranoia nacionalista. Parece que algo está previsto “tocar” y ya está lanzado el campaneo de victimismo cuando quienes están intentando victimar de verdad una lengua son ellos.
Los dos elementos claramente lesivos contra esa igualdad ciudadana de los españoles se encuentran en las pretensiones de una Justicia propia y sin otro referente (el Supremo no valdría para ello o tan sólo como referencia) que sus órganos autonómicos . Ahí parece que el Constitucional ha dicho que eso no cuela. Y el tercero, por más roto que esté por la vía del hecho consumado, es el de la Agencia Tributaria, fiscalidad etc. También se prevé retoque o, como puede ser la fórmula, señalar que la interpretación que debe hacerse del texto es en una determinada dirección y sentido. Por ahí dicen que pueden ir los tiros.
Ante ello , hay quienes, como ERC, pretenden manifestaciones preventivas y que alardean de que no lo acatarán. Los presuntos socialistas pasados al nacionalismo dicen que acatarán, con la boca pequeña, y sin hacer caso a efectos prácticos tampoco, pero que entonces habría que cuestionar el acuerdo de Estado entre Cataluña y España. ¡Pero que insensatez!. O sea, que consideran por tanto que Cataluña es un estado que ha llegado a un acuerdo con España y no una parte de España con una características especiales, una autonomía muy desarrollada pero parte de España.
Claro que el otro día el propio ministro de Justicia, el gallego Caamaño decía que era más o menos eso al definir a nuestra nación como un Estado Federal, algo que en absoluto y hoy por hoy ,a tenor de nuestras leyes, es. Pero va y lo dice el Notario Mayor del Reino, el ministro de Justicia. Apañados vamos.
En realidad la pretensión desde Carod a Maragall, pasando por supuesto por Más, y en la que ahora navega Montilla pasa por la siguiente clave y muro maestro: El Parlamento Catalán es soberano en su territorio para hacer sus leyes y por tanto de esa soberanía implícita parte el poder ejecutivo, el judicial y cualquier otro. En suma: España no tiene derecho a decir nada ni opinar nada sobre lo que suceda y se haga en Cataluña.
En absoluto es así, por más que en la practica lo intenten y en tantas ocasiones consigan. Pero ¿y si lo fuera?. Si España no tiene nada que decir con respecto a Cataluña. Entonces ¿por qué tiene España que tener presente y decisivamente presente a la hora de las decisiones, gobiernos y parlamentos a Cataluña? ¿Qué pintan aquí sus diputados actuando sobre las cosas de España? Eso, claro está, sería la independencia. Pero a quienes menos les interesa es a los independentistas. Ellos prefieren el status actual, que es un chollo: ellos influyen en todo y marcan políticas y gobiernos y España pero España no puede ni rechistar respecto a Cataluña.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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