La Marea de Pérez Henares

El contador de parados

El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho tan sólo parece tener una ocupación: contar parados. Es su misión esencial en el Gobierno junto a la derivada de escamotear unos cientos de miles de la suma. Corbacho los cuenta y Zapatero proclama que los ampara.

Cada mes por estas fechas, el ministro se aparece en un acto público y nos anuncia, pasados los espejismo de verano y el fenecido plan E, que va a haber más. Para ello busca un adjetivo (lo de este gobierno es el adjetivo y el sinónimo ) y esta vez ha tocado “agudo”. Que no es como se entiende en Aragón y en muchos sitios, algo así como listo e ingenioso. No, es simplemente decir que va a subir sin que parezca lo que es, una catástrofe tras otra. Bastante gorda nos tememos este mes. El el ministro que ya lo sabe , nos prepara.

Corbacho es la venda antes de la herida y cuando llege la cifra, mas pedrisco sobre campo arrasado, hará como que ya lo tiene amortizado, que su declaración previa ya lo ha exorcizado : “Ya lo había dicho” y con ello es como si ya hubiera hecho algo, como si ya hubiera hecho todo. Como si con ello ya doliera menos y en realidad es de eso de lo que se trata. De no sangre el voto por ello.

Es inteligente, como lo es siempre la comunicación en el PSOE, la puesta en escena. El Gobierno, vienen a decirnos, en realidad no tiene nada que ver en que el paro galope. Los millones de parados son causa de las tinieblas exteriores y de los diablos internos que capitanea la perversa oposición y el maligno empresariado. Ellos, pobres, lo único que pueden hacer es recontarlos. Contarlos y que luego el arcángel san Zapatero tienda hacia ellos su mano protectora, los cobije, los subsidie y los ampare a todos en su compasiva mirada.

Nada puede recriminarse al Gobierno, y nadie por ello lo recrimina que procure protección a las victimas del desempleo. Aunque sea, en su mayoría, los 420 euros si son iniciativa suya, cuestión de ley y de estado. El seguro de desempleo es un derecho más allá de los Gobiernos y de sus colores.

Lo que se les reprocha, y el reproche es cada vez más sonoro ap esar de las cuentas, los contadores y los cuentos, es que sean incapaces de vertebrar una verdadera ofensiva para combatir contra el origen del mal, para conseguir que haya trabajo, para lograr lo que debía ser el objetivo esencial de su política: que se detenga la hemorragia, que no aumenta cada día los parados y que se empiecen a crear puestos de trabajo.

De ellos es de lo que no sabemos nada, de esta cuestión es de la que se huye y de esta responsabilidad es de la que se escapa. Todo lo más que se nos ofrece es que tal vez, si por un albur internacional escampa y nos llega, aunque más tarde, la clareada, allá por el 2010 o mejor déjenlo para el 2011, entonces con alguna suerte tal vez se comience a rebajar el paro. Y si eso sucede es cuando verán que entonces si, entonces si que será por la actuación de Gobierno, entonces si que habrá sido Zapatero.

Pues saben lo que les digo, que me da igual quien se lo apunte, me da lo mismo quien de la buena nueva. Lo único que deseo y creo que todos deseamos es que esta pueda ser algún día y cuanto antes.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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