La televisión autoestimada como progre ha encontrado su camino y dado con la fórmula que la identifica y la define. Dedicarse en sesiones de mañana, tarde y noche a hacer el gilipollas e intentar que el mundo los siga. Pongas la cadena que pongas y a la hora que la pongas aparecerá una parejita de modernos, ella muy guapa, él todo lo adefesio que se pueda, diciendo gracietas, pretendiendo ser el sumún del ingenio y haciendo mofa y befa de Aznar. Porque en algún momento tiene que salir Aznar. Sin el no puede vivir Woyoming, el más provecto y el más listo de la saga y quien puede reclamar el honor de la fundación de la cosa ahora extendida urbi et orbe.
Se les supone graciosos y eso suelen llamarles los sevillanos a los que no tienen gracia alguna. Sus gracias además sólo se dirigen, aunque alguno haga por disimularlo, hacía un determinado sitio y lugar no con la intención de hacer reír sino de humillar a quien las sufre y gozar suponiéndose el colmo de la ética y la estética viendo al enemigo arrastrado por los fangos.
Los protagonistas de la fórmula se suponen a sí mismos y se presentan ante el mundo como el colmo de la inteligencia emocional y de la otra, la quintaesencia de la izquierda y el espejo de la estética rompedora y moderna. Ellos y nadie más que ellos nos darán el carné final de progre, de chico-chica majo y presuntamente de izquierdas, tan presuntamente como ellos y como la inocencia de Correa. El resto de los humanos, aquellos que no gozamos de sus bendiciones, ya pueden imaginarse que somos. Todos unos fachas, claro. Y nuestro papel , porque lo tenemos, es de poner sonrisa a sus agresiones y hacer como que nos agradan sus escupitajos.
Porque esa otra y el complemento imprescindible y necesario de la moda. Lanzar a una señorita muy descocada, que se decía antes y se hace ahora pero en progre, o al tipo todo los estrafalario que se encuentre a asaltar a un político, un empresario, un actor, un torero o cualquier personaje de los que consideran objetivo risible y provocarles con estupideces hasta hacerles perder el paso o, peor, que caigan en su trampa y entren en el juego. Y , ante el estupor, casi todos caen y nadie se atreve a seguir la enseñanza del añorado Fernando Fernán Gómez ante semejantes escuerzos. Insultarlos sin complejos como merece su actitud y desalojarlos a bastonazos sin cortarse un pelo.
Pero no crean que esta “filosofía del ji-ji” no está sustentada en alcayatas muy bien remachadas y carece de bases si no de pensamiento si muy bien pensadas. La televisión ji-jiprogre es, sin duda, la expresión más depurada del pensamiento destilado por el líder ZP y absorbido por no pequeña parte de la sociedad española. Refleja, sin caricatura y con precisión, sus contenidos y valores. Esos son y eso el lo que hay.
P.D. La telebasura ya es, también, progre. Le han dado el carné con banda y cruz pensionada. Le han dado el Ondas. Sardá demostró que los euros del estercolero olían bien y Mila elevó el muladar a sociología. Quedaba el paso de la bendición por la Santa Madre Iglesia. No ha faltado un cardenal.