La Ley de Economía Sostenible es el “libro de caballería” que narra las hazañas del sin par héroe Zapatero en su descomunal combate contra las fuerzas malignas que en el mundo, en Europa, en España, en el ladrillo, en la empresa, en la prensa y en el éter han sido. Ese compendio del todo y de la nada, ese bálsamo de Fierabrás, esa lanzada a todos los gigantes malos, esa enunciación de todos los deseos y todas la buenas intenciones, esa proclama angelical de una miss universo metida a economista y gobernante, eso son los 198 folios de ley , donde cabe todo, donde se ha revuelto todo, donde se ha mezclado todo, donde todo se propone porque en realidad no se propone nada, no hay ni un como, ni un de que manera.
Todo lo abarca en enunciados. Todo lo contempla. Para todo existe un spot publicitario. Para todo hay una ilusión pero para nada una solución. Hasta hay , que cosas, rectificaciones aunque regañadas, como la de la actitud antinuclear. Hay tantas y tantas cosas y tan pocas y tan nulas concreciones que esta vez el espejismo se ha roto antes de salir siquiera de la chistera. Pocos se esperaban algo. Ahora sólo los que no tienen más remedio que la fe o la obediencia debida se atreven a defender lo inexistente.
Que además han de defenderlo ya contra una sociedad con la confianza más que perdida después de tanta negación de la evidencia, de tanta ocultación de los hechos, de tanta huida de la verdad, desde aquella contumaz negativa a ver la crisis, luego a afrontarla y ahora a llevar vendiendo desde hace ocho meses, ocho meses ya, que “hemos tocado fondo”, que “lo peor ha pasado”, que estamos recuperándonos, cuando seguimos en recesión y en recesión seguiremos el próximo año y cuando el paro añade cada mes día miles de seres humanos a un drama. La confianza no sólo está perdida sino rota ante la mendacidad de quien intenta convencer que 60.000 parados a añadir a los millones ya caídos es una señal de esperanza. Malo es pero encima venir a venderle al país este “cuento de la lechera” como solución milagrosa es ya una burla descarnada por muchas sonrisas que le pongan y muchos lacitos con que la decoren.
La realidad terrible de España es el paro. La preocupación, la angustia y la amenaza bajo la que vivimos los españoles es el paro. Y esa debiera ser la prioridad esencial, y perentoria del Gobierno. Y todo lo demás son gaitas. Y esto es una gaita.
La Nación necesita esa decisión política, esa voluntad social, esa unidad de fuerzas para luchar contra lo que es su drama y la gran amenaza para su futuro. Y estas gentes ya está claro que no saben. Nada que objetar a los subsidios, que en eso no hay reproche alguno. Pero todos a su inanidad, a su parálisis, a su total ineficacia para, y llevamos ya dos años y dos millones nuevos de parados, afrontar la mayor de nuestras lacras.
Pero si algo puede definir el compendio de estulta vanidad y de galáctica sandez de esta presunta ley es este inaudito párrafo retransmitido desde Moncloa y que bien puede toda la UE entender como la peor de las amenazas : “El Gobierno se propone aprovechar el semestre de la Presidencia española para trazar el rumbo de una economía europea, coordinada, sostenible y generadora de empleo”.
Para salir huyendo. Que los campeones del globo en crear parados, cuyas cifras a las de nuestros socios de Europa, que quienes son una y otra vez advertidos, mientras que los demás ya comienzan a respirar, de que ni este año ni al que viene saldrán de la recesión y que serán los últimos en hacerlo, que estos, sean los que se propongan como ejemplo es para que en Berlín y en Paris se rían a mandíbula batiente. Pero para que aquí en España, lloremos nosotros.