Una tele, la más progre de España, ha juntado a una cuadrilla de jovenzuelos parásitos y se ha inventado un nombre. Generación ni-ni. Ni trabajan ni estudian. Los ha metido en una casa, los ha rodeado de sicólogos y se ha puesto a retrasmitir el “Gran Hermano” con la presunta intención de regenerarlos. Los padres de las criaturas observan el experimento y opinan sobre su evolución. Todo muy progre.
La cuadrilla de zánganos, porque eso es lo que son, están encantados. Hasta salen por televisión. Y les sigue sin faltar de nada a los angelitos. Bueno, les quitan un poco de fumar si son “malos”. Les dan terapia, mucha terapia. Y los papas y las mamás perciben progresos.
Quizás es en ellos, en los progenitores, una verdadera recopilación de “candongos” (si, eso a lo que les suena) muy políticamente correctos, donde este la esencia del problema. A la piara de parásitos está claro que no les ha faltado de nada. Todo se les ha dado sin que movieran un dedo a cambio. Lo suyo ha sido un largo, continuo y jamás finalizado tobogán de privilegios. Derechos les llaman ello, “tengo derecho a , tengo derecho a b, tengo derecho a todo”. Hasta la “paguita” para comprarse la gorra de marca, el canuto o irse de vacaciones a descansar de su descanso
Pero ni un deber. Ni un ápice impreso en sus mentes de la cultura del esfuerzo y del trabajo, ni un átomo del concepto de disciplina (“no me reprimas, tio) ni de autoridad (“yo hago lo que se me pone, no seas facha, tronco” ) han culminado en unos seres que se entienden a sí mismos como normales y consideran sus caprichos como derechos fundamentales y a su particular traza de vestir o de cortarse el pelo como única y exclusiva filosofía de vida y compendio de sus ideales para su desarrollo como personas y de la humanidad entera.
A estos zánganos nos los están retransmitiendo y apoyándolos muy sicológicamente. Puede que, como ha sucedido con monstruos de otras especies televisivas, acaben en nada en espejos sociales a imitar por otras muchas colmenas.
Vaya tela. Y vaya memez, excepto me imagino si la cosa tiene share. Es más viejo que la tos el único remedio. Lo primero, los sicólogos a darse una vuelta por los Kirchner y lo segundo : pico y pala.
La cosa es muy simple. A esa zanganera se les pone en medio de donde quieran: campo, tajo o fabrica. A escardar cebollinos, acarrear ladrillos o remojar telas. Sencillito. Y quien no trabaja no come. Punto. Espabilaban, trabajaban y comían de lo que se han ganado en menos de dos días. Primera y esencial lección. Y déjense de ni-ni ni de sicólogo.
(*) Candongo: expresión bujalareña (Alcarria alta) cuyo símil mas próximo recogido por el DRAE, sin distinción de genero, es el de calzonazos. Pero “candongo” es más sonoro y preciso, creo yo.