La vuelta del veneno a los campos españoles es una realidad que no por conocida y en ocasiones habitual ha de dejarse de combatir y cada día con mayor energía. Hubo un tiempo que creímos que comenzábamos a superar haber superado el problema. Pero ha regresado con otras fórmulas y otros compuestos y uno diría que su extensión es ahora mayor y más necesario que nunca el aplicarnos de manera conjunta a desterrarlo de una vez por todas.
Lo primero y esencial es la tarea educativa y de concienciación a todo el medio rural de sus efectos perversos y nocivos. Lo segundo son leyes y directivas claras y lo tercero no buscar la fácil salida de echar las culpas, sin más y en ocasiones gratuitamente, a quienes en ocasiones más que verdugos son victimas.
El colectivo de cazadores y sus cotos suelen estar en el punto de mira y sobre los que recae la sospecha. Y yo no voy a utilizar la dos “bocas” para dar mi opinión públicamente. Lo primero es decir que en efecto hay quienes utilizan el veneno. E inmediatamente decir que eso no tiene un pase, que hay que denunciarlo, que jamás puede ser excusado y que debemos de hacer sentir a quienes practiquen tales métodos toda nuestra repulsa y condena. A los culpables hay que aplicarles todo el peso de la ley y la repulsa del colectivo
Digo esto porque no puede andarse con subterfugios ni medias mentiras ni poniendo el carro delante de los bueyes antes de señalar segundos elementos y es la crítica a determinada legislación que de entrada y sin prueba ya señala culpable al coto en el que aparece el veneno. Y eso es dejar indefensos a esos cazadores. Porque en ocasiones son inocentes quienes lo sufren por venganzas o por desafectos y además de envenenarles el coto acaban siendo ellos declarados culpables de desmanes ajenos. Los responsables de la investigación debieran de tener ello muy en cuenta . También los cazadores deben entender que no pueden escudarse en estos casos y presentarse por sistema como victimas. Porque es cierto que en ocasiones lo son pero en otras, ya lo he dicho antes y no valen mentiras, es bien cierto que algunos siguen utilizando ese método atroz. Y no cabe ninguna excusa, ni debe haber quien por una falsa solidaridad de colectivo quien los arrope en tal desmán.
También es cierto que la administración debe de facilitar, y no lo que hace ahora, el necesario control de predadores (zorros y gatos cimarrones en especial) con formulas legales y selectivas como lazos o cajas-trampas . Y deben entenderlo también los ecologistas. La Federación está muy dispuesta a dar con ellos la batalla contra el veneno pero ellos han de comprender la necesidad de control de la superpoblación de predadores como algo irrenunciable para los cazadores.