La Marea de Pérez Henares

El último saco terrero

Puestos a felicitar a nuestro Gobierno por algo quizás les cupiera una de las expresiones por ellos más queridas: la pluralidad. Porque desde luego los ministros de Zapatero son muy plurales. Uno dice una cosa y el otro la contraria, una vicepresidenta afirma un algo y la otra lo niega. El ejercito de Pancho Villa resulta al lado de este Gabinete un ejemplo de disciplina y cohesión germánicas. Vamos que son el asombro del mundo con su coordinación y firmeza en posiciones y proyectos. O sea, que de lo que dicen por la noche, las más de las veces por la mañana no hay nada. Sus gobernados- es un decir- vivimos así en una especie de carrusel de anuncios de lo que van a hacer y no hacen y de lo que juran y perjuran que no harán nunca y nos acaban haciendo. Lo último que no iban a hacer y harán es otra subida de impuestos. “A lo ricos malos” , claro, pero que acabáremos pagando los de la nómina. Un día lo dije, perdone que me cite: “Se están puliendo el “manso” y lo vamos pagar todos». Y todos lo estamos pagando y más que nos va a tocar pagar.

Pero sigamos con el Gobierno. En este desbarajuste de gallinero, con el gallo con la cresta caída por las ojeras, está emergiendo la figura sin par de José Blanco, mal llamado Pepiño pero como tal conocido y mentado. Ya confesé que era , junto con mi admirado Ignacio Camacho, merecido y justo premio Mariano de Cavia de este año, uno de los escasos no abducidos por la nueva fe “pepiña” que le ha aupado a los altares mediáticos suponiéndole inteligencia a raudales, capacidad de gestión a toneladas y carisma a espuertas. Yo sigo en lo mío de que es un listo con poder y que cuando el poder se le acabe resulta que a lo mejor no llega ni a listillo.

Pero, sin duda, es quien está dando la cara y apareciendo como gran valladar y última esperanza blanca de una parroquia PSOE en verdadera desbandada. Porque las huestes desmayan y huyen y hasta los más proclives voceros en las tertulias se meten en los burladeros. Tan sólo el comisariado político encabezado por la pareja de hecho y de derecho Sopena y Margarita Saenz Díez sigue inasequible al desaliento. Visto lo visto Pepe Blanco ha saltado al ruedo y se ha lanzado en tromba, desde “La Noria” al Parlamento, pasando por todos los desayunos, presto a combatir al maligno enemigo . Porque el enemigo es el elemento esencial y el último saco terrero tras el cual refugiarse. Es el esencial slogan que además que Blanco ha utilizado siempre y para siempre, que sobó una vez más en el programa basura de Telecino y en el escaño de las Cortes: la culpa es del PP. Ellos son aún más malos, pero remalos, que nosotros. Porque eso sí: a lo que ya no se atreve ni Pepiño es a decir que ellos lo hacen bien. No. El último saco terrero es que los otros son aún peores. Ese es el nivel, esa la profundidad del argumentario, esa la dialéctica que se supone de la más preclara mente estratégica y organizativa del Gobierno y del Partido. El triste, penoso y manido argumento es la maldad intrínseca de los otros.

P.D. Sobre la humildad y falta de ambición de Blanco, de que tanto alardea, yo me malicio que son la vanidad y una oculta pero desmedida ambición lo que más le mueve y más pretende ocultar.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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