Bokabulario

A los progres ya no les queda ni Suecia

La socialdemocracia europea seria se encamina a su desaparición. ¿Va a sobrevivir sólo el progresismo rosa y psicodélico de ZParo? A los progres europeos no les queda ya ni Suecia, sólo Expaña.

Que en Suecia la derecha haya ganado dos elecciones seguidas y que encima haya entrado en el Parlamento, con 20 diputados, un partido que propone el control de la inmigración son dos acontecimientos que han causado en el Imperio Progre una impresión tal que todavía no se han recuperado. Los policías intelectuales de éste no han produdico análisis para explicar que la culpa es (siempre de otros). Todavía escasean los reportajes al respecto; editoriales sí ha habido; y consignas, por supuesto: los suecos son una panda de racistas y a quienes votan a los fachas hay que echarlos del país.

La izquierda es la poseedora de las palabras: puede hacer lo que quiera, pero sus buenas intenciones la redimen siempre de cualquier barbaridad que perpetre. El alcalde de Getafe, Pedro Castro, pidió ayuda a una dirigente gitana, Pilar Heredia, para echar de su municipio a unos gitanos rumanos que, por lo que se ve, eran mala gente. Como Castro es del PSOE, El Plural de Sopena no le reñirá como hace con Alicia Sánchez Camacho o Xavier García Albiol.

Como ha escrito un lector en La Vanguardia,

El problema son los lotes ideológicos, un pack en el que la derecha es esto y esto y la izquierda aquello y lo otro. Asi, la izquierda de toda la vida ha defendido al obrero nacional y al inmigrante; y no señores, no es lo mismo. Uno puede ser obrero y detestar la inmigración. Eso la izquierda no lo ha entendido. Un obrero vota al partido que mas le beneficie, y si la izquierda ha llenado su barrio de extranjeros acabará votando a la extrema derecha. Pero no pasa nada,que sigan pensando en lotes.

Cuando estalló la crisis económica hace dos años, los políticos socialistas y socialdemócratas, ZParo y sus mariachis incluidos, se frotaron las manos pensando que con los escombros del sistema capitalista construirían sus palacios, pero los cascotes les han golpeado más fuerte que a los demás.

Como he escrito en un artículo para el GEES, los partidos socialistas europeos van de batacazo en batacazo. Hace un año, en las elecciones parlamentarias alemanas, el SPD, un partido que ha financiado, entre otros, al PSOE, y ha sido guía ideológico, sufrió una debacle: perdió más de seis millones de votos y once puntos porcentuales respecto a los resultados de 2005, y quedó por debajo de los diez millones de votantes. Hace justo una semana, la izquierda civilizada perdió su última esperanza: Suecia.

La decadencia de la socialdemocracia implica que los partidos de centro-derecha ganen el poder en muchos países, pero no porque atraigan a antiguos votantes de izquierdas, sino porque sus rivales se hunden. El signo de los tiempos es la irrupción de partidos que los medios de comunicación descalifican con epítetos como «racistas» y «neonazis»: en Francia, Gran Bretaña, Austria, Holanda, Dinamarca, Bélgica, Hungría, Italia y ahora Suecia. Desde los más viejos como el Frente Nacional de la familia Le Pen y la Liga Norte a los nuevos Demócratas Suecos y el Partido de la Libertad holandés, estos partidos tienen en común la atención a un electorado por lo general humilde, cuyos deseos, ideas y miedos (como el empobrecimiento, la religiosidad, la delincuencia y la inmigración) la izquierda desprecia. Y elección tras elección, no paran de subir.

Los parados, los mileuristas, los obreros que quedan, los nuevos pobres… prefieren votar al xenófobo malísimo antes que al bondadoso progre profesor de universidad (del estilo del español Ignacio Sotelo, que propone entregar Ceuta y Melilla a Marruecos, cuando los ceutíes y los melillenses están pagando su pensión) o al bruto que dice en voz alta lo que muchos piensan en vez de al artista fino y rico. ¿Por qué será?

Estamos ante un cambio profundo en el sistema de partidos y de ideologías europeo. En Expaña, como de costumbre, tarde y mal: somos la reserva progresista de Occidente.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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