A estas alturas les supongo ya muy informados y debatidos y hasta abatidos ( otros eufóricos) de los resultados de las elecciones. En especial a mis paisanos y especialisimamente a los alcarreños donde se dió «la madre de las batallas», esta sin italianos. No voy a abundar en ello pero si en un hecho que ha resaltado con enorme claridad. La ley electoral de Castilla-La Mancha, aprobada en las Cortes con tan solo los votos del PSOE y, eso si, refrenada luego por el Tribunal Constitucional ha estado en un tris de falsear la voluntad de la ciudadanía.
Si la votación de Guadalajara no hubiera conseguido hacer saltar la cadena del férreo empate a escaños al alcanzar una diferencia de 15.000 y 12 puntos del PP sobre el PSOE nos podíamos haber encontrado con la aberración democrática, tan legal como diametralmente contraria a la justicia, de que el partido más votado y por una diferencia global de más de 55.00 votos hubiera sacado menos escaños que el que había perdido las elecciones. Podía haber sido. Y se buscó que así fuera. Las distancias de 15.000 de votos en Albacete y 25.000 en Toledo no eran suficientes para romper el empate a 5 y 6 escaños respectivamente. En Ciudad Real, única circunscripción impar , unos cuantos centenares de votos si daban ese escaño ansiado de diferencia al PSOE. Guadalajara no solo dio un ganador sino que logró que la voluntad popular del conjunto de la región tuviera su reflejo en el Parlamento y en la composición del Gobierno. Tres mil votos menos a los “populares” y la torticera ley electoral hubiera conculcado la voluntad popular.
Maria Dolores de Cospedal y el PP van a gobernar ahora la región. Puede que ahora les pueda parecer que esa Ley puede beneficiarles a ellos en el futuro. Pero en aras a la democracia y al igualdad me parece absolutamente imprescindible que esa ley sea modificada atendiendo a unos criterios de proporcionalidad y de justicia. Es muy siemple si en realidad quiere hacer. Basta con repartir proporcionalmente el numero de diputados por cada provincia en base a su población. Que cada voto valga igual en cualquiera de ellas. Ese debe ser el principio, la piedra angular. Lo demás son añadiduras, aunque no dejo tampoco de tener como telón de fondo un reforma electoral a escala nacional que manenga esos mismo principios que aquí reclamo y de los que amargamente se quejan y con toda razón Izquierda Unida y UpyD. En el caso de las elecciones locales también sería muy deseable esa segunda vuelta entre los dos candidatos más votados para evitar así esos pactos, a veces antinatura, o esos esperpentos de “partidillos de ocasión”que acaban teniendo en sus manos el poder con un solo concejal. Esa formula es común en buena parte de Europa, Francia e Italia sin ir más lejos.
No es utopía. Es simplemente avance en la limpieza y equidad democráticas.
Pd. Este sábado, día 28, de 12 a 14 horas firmaré en la Feria del libro de Madrid, en la caseta «De Viaje», (nº 98) «La mirada del lobo». No hay nada más duro allí que la soledad. Os espero
