La dimisión de Camps ha dejado sin munición mediática al PSOE y se nota. La renuncia del presidente valenciano elimina la china en el zapato a un Rajoy que refuerza liderazgo interno, aún más, y externo en la recta definitiva hacia Moncloa. Forzada o voluntariamente el hecho relevante tiene consecuencias muy positivas para los populares. Con un añadido. Si por el regalo de unos trajes-que ahora habrá de probar un tribunal y que ni siquiera en el peor de los casos inhabilitaba para continuar en el cargo- el dirigente valenciano dimite,¿ que han de hacer los responsables políticos y jefes inmediatos de quienes están encausados por colaboración con banda arma, o sea ETA?. O el presidente del cabildo de La Gomera, que ha dejado el Senado pero que sigue encastillado en el poder en su isla?. La pelota ha caído de hoz y coz en campo contrario y la reacción es de enfado poco disimulado y desconcierto.
Porque ese escenario, el de la dimisión, no parecía ser contemplado. Hasta se hacían apuestas y descontando la continuidad de Camps las baterías enfilaban hacia la falta de autoridad e incapacidad de Rajoy. Todo ello queda de golpe y con el gesto desarmado. El valenciano ha tomado la decisión mejor, aunque sea dolorosa, para él y para su partido. Desde el principio y durante todo el tiempo que ha durado el proceso este tiempo ha cometido indudables errores y no han sido menores sus melifluas respuestas. Pero la dimisión los enjuaga. Ahora podrá defender su inocencia y si consigue salir absuelto nadie podrá dar por cerrada su carrera política aunque ya no sea en su comunidad de origen. Al PP le quita un peso de encima que amenazaba con enturbiar todo su discurso. Su líder, Rajoy, emerge una vez más a su manera pausada y calmada, y a veces hasta desesperante, de hacer las cosas. Pero al final las hace y las controla. Los que se pasan la vida señalando su supuesta inseguridad y debilidad habrán de tomar nota, una vez tras otra y esta como última, de que acaba saliendo airoso, marcando el sus propios tiempos e imponiendo sus criterios. Vamos que quienes le quieren doblar la mano, son los que acaban doblados. Pero también es agradecido y leal con sus leales. A Camps lo está y si un día puede sabrá pagar el sacrificio.