La Marea de Pérez Henares

La calle, el monte y sentir de las gentes

Lo de Cayo Lara y su movilización “permanente” estaba en el guión. No deja de tener su lógica con lo que representa IU y sus postulados de siempre. Tiene su pase, vamos. Lo tiene menos, si es que tiene alguno, la salida de pata de banco del ríspido Cándido Méndez en su día vicepresidente de “facto” del compañero Zapatero. Más templado y razonable estuvo Toxo, de CC.OO, aunque luego acaben convocando las huelgas generales juntos. Que caerán, y hasta puede que a granel, seguro. En cierto colmo está y puede que marcando camino lo del portavoz socialista en Castilla-La Mancha, Ballesteros, quien ya ha anunciado su entusiasmo por la calle y tal vez el monte ante las medidas de obligado ajuste emprendidas por María Dolores de Cospedal que les ha sacado en la región en las últimas elecciones la friolera de 300.000 votos y 25,5 puntos de ventaja.

Puede que PSOE, sindicatos y desde luego IU, se lancen por la senda de la confrontación en defensa de eso que ya es la monda más común de las protestas “el estado del bienestar”. ¿Es “Estado del Bienestar más de cinco millones de parados?. Sobre todo para los parados?.

Estamos ante algo que si bien entra dentro de la lógica partidista y la batalla policía puede quedarse en las antípodas del sentido común. Los responsables-aunque no sean los únicos pero si muy trascendentales-del desastre se disponen, como gato panza arriba, a impedir que quienes han heredado por inequívoca voluntad popular desaguisado intenten arreglarlo. Particularmente notorio es el caso castellano-manchego, donde la más descomunal de las deudas ha dejado a la comunidad en la ruina sin dinero ni para pagar las recetas de las boticas. Que salga el señor Ballesteros clamando contra el intento de no acabar por quebrarlo todo a base del perentorio apretarse el cinturón, trabajar más y gastar menos, resulta el peor de los sarcasmos y, más allá de la parroquia, va a tener muy poco eco entre el común de las gentes que son muy conscientes de cómo está y han dejado el patio. Precisamente los mismos que ahora tanto se duelen de la obligada cirugía para que vuelva a crecer algo sano.

Pero es más que evidente que eso es lo que podemos esperar por esa parte. Otra cosa es que las gentes le sigan, que eso ya es más dudoso. Muchas señales indican que el personal no está por el griterío y el desparrame. Algunos sí, claro. Bien. Pero la mayoría está en otra y nada dispuesta a secundar algaradas. Aunque las medidas les afecten, aunque sean sus intereses los afectados. Duele y dolerá, claro. Pero el sacrificio de todos se contempla cada vez como más insoslayable y la renuncia a ciertas cosas como inevitable para poder preservar al menos lo fundamental, lo estrictamente necesario, los pilares y los muros maestros de este estado de Bienestar tan cacareado. Porque lo suicida, y eso en lo que habrían de reflexionar unos y señalan casi todos, era proseguir su deriva hacia la catástrofe. ¿Qué harían los que tanto claman? ¿Seguir dilapidando lo que ya no se tiene, seguir endeudándonos sin tino? Pretender que aquí se vuelve a Jauja sin esfuerzo, que se puede seguir gastando lo que no tenemos solo nos conducía a que lo verdaderamente básico y esencial de nuestra sociedad acabará derruido y asolado.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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