La Marea de Pérez Henares

Por sus resultados lo juzgaremos

Hoy ha llegado al fin Mariano Rajoy a una presidencia de gobierno que ocho años atrás parecía tener casi absolutamente en la mano y que se le escapó un 11-M entre el estruendo de las bombas y las mentiras. Le ha costado y mucho. Y muchos entre sus propios compañeros hicieron todo lo posible para que lo sucedido no sucediera. Pero ha perseverado, se ha impuesto a sus enemigos internos y ha derrotado a sus rivales políticos hasta dejarlo auténticamente demolidos. El problema es que no sólo es el PSOE quien anda por suelos, el problema es que el país está en verdadera ruina.

Lo que dijo Rajoy en el discurso de investidura es lo único que un hombre sensato podía decir. No engaño sobre como nos encontramos y tampoco sobre cuales son nuestros gravísimos problemas. Señalo propuestas, líneas generales y medicamentos también genéricos pero no dejo detalladas las recetas, aunque si los plazos de prescripción. O sea que hizo diagnostico y muy claro, describió tratamiento pero no concreto, salvo alguna píldora, la medicación aunque si dejo señalada fechas limites para los pildorazas, las inyecciones y las intervenciones quirúrgicas, que de todo habra. No extendido las precisas recetas pero aviso que serán dolorosas y amargas.
Lo mejor fue su humildad y el recurrir a todos, a los españoles. Lo tranquilizador fue oirle insistir en la necesidad del acuerdo pero también en su clara conciencia de que si lo han elegido es para que gobierne, si estos no se producen, y no para que se deje gobernar o para que le pasteleen indefinidamente medidas que son urgentes e imprescindibles.
Rajoy está hoy en el centro y como tal aparece también ante las miradas de todos. Convoco al esfuerzo y a la esperanza. Y empezó a aplicar una didáctica terapia que es insoslayable. Hacer comprender a la ciudadanía que lo que vaya a suceder es cosa muy suya. Si malo fue negar la crisis fue peor decirle a la gente que “nada, que esto se pasa en dos viñetas, que ya hay brotes verdes, que lo peor atrás ha quedado” como si fuera inevitable y estuviera escrito que cuando de bien se va a mal desde ahí se vuelve a estar como antes o mejor y que salir de la situación está escrito y es inevitable porque si. Y no. De donde estamos podemos ir tanto a mejor como a peor. Dependerá y depende de nosotros.
Pero desde luego la responsabilidad es, porque para ello se han presentado y los hemos elegido, de quien nos conduzcan, del gobierno, del presidente Rajoy. Y por sus resultados habremos de medirlo y de juzgarlo. Donde estaban los anteriores y donde nos han dejado lo sabemos bien. Y las urnas han emitido sentencia. Eso ya es pasado. En el tiempo que empieza es a Rajoy a quien con esa misma vara de medir, que no es otra que la de los hechos y sus frutos, habremos de exigir las responsabilidades. Y será cuando concluya está legislatura el momento de medir el trigo. Que será muy fácil de medir como en realidad lo es siempre a pesar de toda la humareda de los discursos y los envoltorios publicitarios e ideológicos. Y fue el propio presidente quien nos entrego la cinta métrica para justipreciar su éxito o su fracaso. En tres puntos esenciales y precisos.
A) En cuanto ha disminuido el paro, desde esos 5,4 millones y ese 23% ayer reconocido.
B) Como ha mejorado o empeorado nuestra economía y nuestra riqueza. Cuánto hemos crecido o si seguimos arrastrándonos.
C) Cual es la posición de España en el mundo. En especial en Europa y en Iberoámerica. Que lugar ocupamos y cual es nuestra capacidad de influencia.
Estos aspectos son los que medirán a Rajoy cuando tenga que regresar ante el dictamen de la urna, aunque sin olvidar otros dos aspectos también esenciales, El asunto terrorista y los chantajes a que intentaran someterle y la deriva nacionalista y los tirones de desvertrebración de España.
Desde el discurso de investidura el tiempo ha empezado a contar. Pero cuando en verdad habrá que juzgar es cuando dentro de cuatro años podamos medir resultados. Aunque claro, y por supuesto, durante estos cuatro años estaremos envueltos en las mil y una algaradas. Pero esa el paja. El trigo son los parados, grano a grano.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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