Bokabulario

En la Navidad de 1991 se arrió la bandera roja del Kremlin

En la Navidad de hace 20 años, la bandera roja dejó de ondear sobre el Kremlin. Un aniversario para meditar sobre los relojes de Dios y de los hombres.

La URSS, que había expandido el terror, el tiro en la nuca y los gulag por todo el mundo, desde China a Cuba, dejó de existir el día de Navidad. ¿Casualidad o acto providencial? Todavía recuerdo la emisión del telediario en la que vi el arriado de la bandera roja, que ha cubierto todos los genocidios perpetrados en el mundo en el siglo XX, salvo el nacional-socialista alemán, y el izado a continuación de la bandera tricolor imperial. Aquí lo podéis ver y aquí el discurso de Mijaíl Gorbachov, probablemente el líder político más torpe de la segunda mitad del siglo XX, gracias a Dios, en que renuncia a su cargo de presidente de la URSS, fundada por el asesino Lenín. Poco después, se producía el cambio de banderas (y sólo un periódico español daba un trocito de portada al acontecimiento, el ABC).

Hoy en Moscú existen unas 400 iglesias ortodoxas, muchas reconstruidas sobre las ruinas de las destruidas por los rojos, como la Catedral de Cristo el Salvador, y están llenas, y no sólo de esas viejas a las que Lenin despreciaba, sino, además, de jóvenes. Unos tres millones de rusos han venerado el Santo Cíngulo.

El historiador Paul Johnson contó su experiencia:

Cuando era pequeño, todos los domingos rezábamos tres avemarías para la salvación de Rusia. Fueron muchas avemarías. Y no pasaba nada. A Dios no se le puede meter prisa. Hay un viejo refrán inglés: «Los molinos de Dios se mueven muy despacio, pero muelen muy fino». El día de Navidad, después de la caída de Ceaucescu, escuché en la radio las campanas de todas las iglesias de Bucarest. Era la primera vez en 50 años que sonaban esas campanas. Las campanas tienen uno de los sonidos más hermosos de la civilización.

Y Vintila Horia, exiliado rumano que hallo una segunda patria en España, nos decía a sus amigos que Dios no podía permitir que la sangre vertida en Rusia hasta empapar su suelo no germinase.

La victoria sobre el régimen que propugnaba el ateísmo y creó un infierno en la Tierra ha sido tan grande que los popes bendicen los cohetes y a los astronautas antes de que despeguen y, también, a los submarinos nucleares de la armada. Los dos más modernos de ésta tienen los nombres de San Jorge, el patrón de Rusia (y de Aragón y Cataluña), y San Nicolás, en honor al zar martirizado por los bolcheviques.

Dios no sólo nos dio la victoria, sino que además nos permitió contemplarla.

CODA: Atentados terroristas islámicos contra los cristianos en Nigeria y Filipinas.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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