La Marea de Pérez Henares

Odian pero callan… y «fin de año» para Blanco y Urdangarin

Sobre el Gobierno ZP las urnas ya emitieron, y por dos veces, el mas delomedor de los dictámenes. Sobre su liderazgo en el partido deben darlo los militantes del PSOE en el Congreso. Pero de la misma forma y manera que la ocultación de la verdad les supuso multiplicar el castigo de la ciudadanía a su ilusoria política, ahora el seguirse mintiendo entre ellos y sobre ellos mismos puede colapsar los cimientos mismos de la organización y echar definitivamente el centenario edificio al suelo.
La apelación, en un caso y otro, a los perversos factores exteriores y al alineamiento planetario económico y social de la madre de todas las crisis, que nadie discute pero que no explica, si lo hace su pésima gestión, la hecatombe sufrida es ya más causa que excusa de no atreverse a sajar el enorme e infectado grano cada vez más cargado de pus, a cada paso más doloroso y que amenaza con estallar y envenenar ya todo el cuerpo.

Entre los dirigentes socialistas de todo rango se evidencia cada día más una profunda animadversión a Zapatero que adopta caracteres de verdadera inquina y el feroz odio político que se guarda solo para los “compañeros de partido” que ya se sabe es mucho más mortal que el que se profesa a los adversarios exteriores, entre las viejas glorias felipistas y otros guardianes repentinamente recuperados de las esencias.
Odian a Zapatero. Le acusan de haber destruido el PSOE, de haber derruido sus pilares esenciales socialdemócratas, haber sustituido los principios por ocurrencias de progre diseñado, a los viejos cuadros por niñatas de atrezzo y una referencia de vertebración de España desde la izquierda por un caldero de aprendiz de brujo donde burbujean los nacionalismos y se cuecen los garbanzos secesionistas. Le acusan por cierto ahora los que antes se empeñaban en negar esa evidencia. Pero le acusan con sordina y en voz baja, le señalan con el dedo pero no se atreven ni alzar la voz ni la mano, le condenan hurtadillas y conciliábulos, entre embozos de conspiración y cálculos de cómo quedarse con la capa reuniones en conciliábulos. Odian a Zapatero porque ha deshecho el PSOE, lo ha dejado sin poder y a ellos sin cargos ni poltronas. Pero no se atreven a decir la verdad y jamás en publico y en voz alta. Todo lo más, lo unos, que son quizás los que aún reivindiquen la bondad zapateril y sus modos e intenciones, resuelven con pellizcos de monja la hurtada critica que supuestamente realizan mientras que los otros, igualmente arrimados en su día al poder y hasta convertirse en su diestra y también siniestra mano, que luego le dieron trato de leproso y quisieron desnucarlo sin ruido y que pareciera accidente, gesticulan arrumacos de novicia en su todavía más que presunta y para nada creíble defensa.

Odian a Zapatero o como poco les estorba. Pero nadie se atreve a decirlo claro, porque en el PSOE hace años que nadie se atreve a decir la verdad y menos en voz alta. Nadie osa decir los que tantos piensan y todos escamotean. Que Zapatero fue un error y que ha supuesto la peor de las catástrofes para España y para el Partido Socialista al que ha dejado en la peor situación de su historia democrática tanto en poder como en posibilidad de recambio con todas las generaciones posibles auténticamente socarradas. Tanto que solo parece caber renovar a los nietos por los abuelos jubilados.

Pero no pueden ni decirlo, ni levantar esa bandera, porque ellos, todos ellos, los unos y los otros, desde el más poderoso en el aparato de Ferraz al barón territorial , el ministro, el consejero hasta el último jerifalte de agrupación, fueron parte de la ruina, del desaguisado, aplaudidores y colaboraciones necesarios en la persecución entusiasta de la catástrofe. Por eso mienten y callan. Por eso ese Congreso acabará sin cirugía, con cierre en falso y con los forúnculos aún más enconados. Si es que lo hacen.

PD. Blanco imputado ayer por el Supremo . Hoy Urdangarín. El primero, fiel a su doctrina, debía haber dimitido ya. Al segundo lo «dimitio» el Rey. Sobre esto último, y era pura lógica, escribía aquí mismo esto el día 25: Don Juan Carlos ha demostrado que mantiene intacto su olfato para percibir las emanaciones populares y por ello es también consciente de que el daño peor no se le está causando él, cuyos hechos le avalan a lo largo de varias décadas y blindan un indudable prestigio, sino a su heredero el príncipe Felipe, principal damnificado, sin tener nada que ver con ella, de esta historia. Por ello el cierre de su mensaje lo empleo para una clara puesta en valor de la labor y comportamiento de su sucesor al que con toda intención contrapuso en sus virtudes y ejemplo a lo que de inicio había repudiado. El orgullo y defensa del Príncipe de Asturias como epilogo del distanciamiento exhibido ante el comportamiento de su yerno han dejado definitivamente clara la posición del Rey y de la Corona. Para Urdangarín es el prólogo de lo que cada vez parece más inexorable y necesario, e incluso más justo pues ello le permitirá defenderse con los instrumentos que la ley pone a su alcance, su imputación y procesamiento.

Como digo no era profecia sino lógica. La responsabilidad penal habrá de sustanciarse ahí. La ética está ya bien substanciada.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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