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Enric Sopena, por piedad, documéntate: el Toisón de Oro no es del Estado

¡Qué decepcionante es leer a las viejas glorias del periodismo español, que tan mal han envejecido, y encontrar sus columnas aburridas o con errores que un paseo por la Wikipedia corregiría!

Enric Sopena ha pasado de defensor de la monarquía -cuando la criticaba Jiménez Losantos– a atacante, estilo Vicente Blasco Ibáñez. No desaprovecha una ocasión. No sé cuáles puedes ser los motivos que le llevan a comportarse así, la verdad, pero podría documentarse un poco antes de escribir para no meter la pata.

Ayer Sopena arremetía contra el Rey por haber condecorado con el Toisón de Oro (hace años, no os creáis que fue esta semana) a personas que no le caen nada bien: el infante Carlos de Borbón-Dos Sicilias, Simeón de Sajonia-Coburgo-Gotha y Constantino de Grecia.

Arrastrado por la vehemencia, Sopena ha escrito:

¿Cuáles son, Majestad, los méritos de Constantino para otorgarle la máxima condecoración del Estado español?

La máxima condecoración del Estado español es la Real Orden de Carlos III. Así lo establece el artículo 1 de su reglamento:

La Real y Distinguida Orden Española de Carlos III es la más alta distinción honorífica entre las Órdenes civiles españolas. Tiene por objeto recompensar a los ciudadanos que con sus esfuerzos, iniciativas y trabajos hayan prestado servicios eminentes y extraordinarios a la Nación.

(En 2010, Zapatero se la dio a una ristra de marroquíes vinculados con la represión y las agresiones a España.)

La Orden de Isabel la Católica, que también te sonará, Enric, depende del Ministerio de Asuntos Exteriores.

El Toisón de Oro es una orden de caballería nacida en la Edad Media y que trae Felipe el Hermoso a España por su matrimonio con la reina Juana I. Es propia de la Corona de España, no del Estado español. ¿Entiendes la diferencia, Enric? En los años de la II República, el Estado español no concedía toisones, aunque sí lo podía haber hecho Alfonso XIII en el exilio, como gran maestre. Años más tarde, los hermanos Jaime y Juan de Borbón y Battenberg compitieron por conceder al general Franco sendos toisones, que el gallego rechazó con elegancia.

Te lo explico, Enric: el rey Juan Carlos puede conceder el Toisón a quien le plazca, porque la Orden es suya, está asociada a su persona como jefe de la Casa Real española. En el real-decreto de concesión del Collar del Toisón a Nicolás Sarkozy, se ve que es una decisión del Rey, por su propia voluntad: «Oído el Consejo de Ministros».

Cuando uno lee estas meteduras de pata, le viene a la cabeza esta frase.

¿Cuándo se jubilarán todos estos abuelos, sean progres o columnistas de ABC?

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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