Bokabulario

La CNN en Siria, el periodismo yo-yo

En Siria hay una guerra civil, alimentada por las dictaduras musulmanas suníes (Arabia Saudí y Qatar) contra un aliado de Irán (chií). Sepamos cómo se comporta el epítome de la prensa occidental que está informando desde Siria… a la vez que ocultaba las causas profundas de la guerra.

(Artículo del periodista francés Bertrand de la Grange, que junto con Maite Rico desnudó al Subcomandante Marcos. Me he limitado a añadir negritas en cursiva.)

PERIODISTAS EMPOTRADOS

CNN no podía quedarse atrás. En su búsqueda desesperada por mantener su audiencia, la cadena de noticias estadounidense ha anunciado con bombo y platillo la presentación estos días de un reportaje especial sobre «uno de los lugares más peligrosos jamás cubiertos por CNN». Se trata de la ciudad de Homs (Siria), donde el ejército del dictador Bashar el Assad acaba de desalojar a un grupo rebelde que se había atrincherado en el barrio de Bab Amr. Murieron cientos de civiles y, también, dos periodistas extranjeros.

¿Con ese documental de una hora hemos entendido mejor lo que está realmente pasando en Siria desde que empezó la revuelta hace exactamente un año? Me temo que no. En cambio, conocemos ahora con mucho detalle lo que opina y lo que siente la corresponsal de CNN en Beirut, Arwa Damon, que estuvo «72 horas bajo fuego» en Homs. La mitad del reportaje se desarrolla en los estudios de CNN, donde Damon cuenta al presentador las tremendas dificultades que enfrentó para hacer ese trabajo. A su lado, el camarógrafo y el asesor en seguridad, que les acompañó para minimizar los riesgos de la misión, cuentan lo mismo.

En la otra mitad del documental, la aguerrida periodista se asoma a las ventanas o corre en la calle, mientras se oye el estruendo de los bombardeos sobre la ciudad parcialmente destruida. Llega la emoción cuando la cámara enfoca a los heridos en una clínica improvisada, donde el doctor Mohamed se echa a llorar. No tiene recursos para salvar la vida de esos hombres destrozados por las esquirlas de los morteros o de los tremendos órganos de Stalin, que disparan simultáneamente decenas de cohetes. Las mujeres se lamentan y los niños, siempre inconscientes ante el peligro, dibujan la V de la victoria con sus dedos en alto (la letra V no existe en árabe y, sin embargo, se ha vuelto el símbolo universal, de Túnez a Damasco, pasando por Trípoli y El Cairo).

¿Por qué las tropas de Assad lanzan esa lluvia de fuego sobre Homs? ¿Contra quién van dirigidos esos proyectiles mortíferos? CNN no lo explica. La periodista no dice en ningún momento que los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS) están ahí y han lanzado una ofensiva militar contra el régimen. Las imágenes de la clínica muestran que casi todos los heridos son hombres, probablemente combatientes. ¿O las mujeres son más hábiles para evitar las bombas? No hay una sola entrevista con los rebeldes, pero sí se ve a dos hombres con un fusil kalashnikov, ambos de espaldas. Ninguno dispara. Uno podría ser el escolta del equipo de televisión y el otro camina por la calle con varias bolsas de pañales. Una imagen enternecedora, que confunde aún más a los televidentes, en general poco preparados para entender las complejidades del mundo árabe.

Que CNN divida el mundo entre buenos y malos no es nada nuevo, pero los más altos directivos de la televisora nos habían anunciado, con muchos aspavientos, que esa producción era el súmmum del periodismo incisivo y audaz. La propia reportera insistió una y otra vez que era «muy importante ir sobre el terreno, para poder transmitir el sufrimiento de la población siria». Tiene razón, y ella tomó algunos riesgos, como lo hicieron también otros seis periodistas extranjeros que coincidieron con ella en la misma casa de Homs, donde la oposición siria tenía su centro de prensa. Todos contaron la misma historia: la dictadura había decidido castigar a una población civil tradicionalmente levantisca, para disuadirla de sumarse a una revolución en ciernes.

Ninguno, en cambio, explicó cómo había llegado a ese barrio de Bab Amr. No dijeron que, desde el inicio, fueron atendidos por los rebeldes, que los condujeron por caminos secretos y cometieron la grave imprudencia de alojarles en ese centro de prensa improvisado, donde murieron la enviada del Sunday Times, Marie Colvin, y el fotógrafo francés Rémi Ochlik. Todos ellos estaban empotrados en el bando rebelde, como otros lo estuvieron hace unos años en las tropas estadounidenses en Irak. Hay, sin embargo, una diferencia sustancial entre las dos situaciones: en Irak todo era claro y público, mientras que en Siria los periodistas tapan su condición de empotrados. Supuestamente para no poner en peligro a los rebeldes que les protegen.

Con esa mentira piadosa, los medios hacen que se vuelva ininteligible lo que pasa en Siria. Ahí hay una guerra cruenta, en la cual se enfrentan dos bandos, que no dudan en usar a la población civil como escudo. Además, hay intereses internacionales antagónicos que contribuyen a alimentar la hoguera. Y hay una poderosa dictadura de 40 años que está decidida a resistir los embates de una rebelión todavía minoritaria.

CODA: Yo añado que estos mismos medios de comunicación son los que nos anunciaron el florecimiento de la democracia en Egipto, Túnez y Libia hace menos de un año.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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