Estos días de angustia financiera me han recordado aquellos de Fukusima. Lo digo por las portadas. ¿Recuerdan?. Un día nos titularon, y hubo también un comisario alemán por medio, “Apocalipsis nuclear”, al siguiente la cosa siguió en el mismo tenor “Holocausto nuclear” y por fin al tercero “solo» pusieron “Pánico nuclear”. Sin duda el accidente fue muy grave y de nefastas consecuencias. Pero no es menos cierto que a dia de hoy muertos por la cosa nuclear no hay ninguno. Por la ola del tsunami si, cerca de 30.000. Pero pudo más el miedo que la tragedia humana.
Pues en esas parecíamos estar. La prensa extranjera y bastante de la nuestra, la misma que entonces, por cierto, ha vuelto al estilo “fukusima” en lo que a lo económico se refiere. A día de hoy debíamos estar ya intervenidos, secuestrados (que eso parece en realidad el llamado “rescate”) y desde luego en la peor de las hecatombes financieras que en Europa han sido. La alarma la desata ora un funcionario alemán. De nombre y rango ignoto, el del BC que tanto nos quiere o el juego con las palabras de un ministro al que se le saca punta a todos los traje y más si los mienta de negro.
Y así llegamos al miércoles que uno no sabía si salir a la calle, aunque resultaba que la maldita “prima” dado un respiro y la bolsa se permitía una alegría. Pues nada, del holocausto al Apocalipsis. Y resulta que no, que otra vez el IBEx daba señales de vida y se iba a por 6.500 después de haberse columpiado en los 6.000 y la del “riesgo” bajaba por debajo de los 500, que no es para alborozarse pero es para cierto alivio. O sea, que tras el presunto cataclismo definitivo aún había pulso y esperanza. Que en realidad siempre lo había habido.
Hoy jueves vamos de subasta de bonos del tesoro. Y todo indica que no habrá problema en colocarlos. Que habrá cuantiosa demanda. Mas que oferta. Pero los intereses serán caros. Esa es la batalla que hay que ganar. No podemos financiarnos al 6 nosotros y Alemania a cero. Eso es lo que tiene que ajustar Europa y negociar todos.