La Marea de Pérez Henares

El desmantelamiento del PSOE

Parecía estar escrito en bronce, y para siempre desde el advenimiento de la nueva democracia española, que el PSOE era, arrumbado el icono de la clandestinidad, el PCE, en las elecciones del 77 el PCE, el partido hegemónico y el referente esencial de la izquierda española. Pues a cada día que pasa y a cada urna que se abre ese axioma corre camino hacia el papel mojado. Y el que va a pasar a la historia es que su inefable Zapatero consiguió dos objetivos: arruinar y desguazar al mismo tiempo a España y a su propio partido.

La situación ya era penosa hasta el pasado domingo, pero desde las elecciones en Galicia y el País Vasco es directamente insostenible. La prueba más evidente fue la huida de las cámaras ya no solo de Rubalcaba sino de Elena Valenciano. Salio Oscar López y hasta ya puestos podían haber sacado al telefonista de la sede. Y por supuesto no dimitió nadie y los Pachis arrasados los que menos.

Pero ya no aguanta. En realidad no se aguantaba tampoco después de la perdida de la casi totalidad del poder territorial y local, después de quedar por debajo de la peor de sus marcas electorales en las últimas generales. Ya entonces no hubiera quedado otra que proceder a esa catarsis a esa refundación donde difícilmente pueden salir como catalizadores gentes como el propio Rubalcaba, el clavo ardiendo que ha sido parte de todas las maderas desde el primer gobierno, o los zapateristas como Chacón responsables de la hecatombe, la disolución en humo de las bases y esencias socialistas y en su caso, con su militancia y fuerza en el PSC, el descosido del partido como gran partido nacional y que vertebraba a España desde la izquierda. No podían y menos pueden ahora ser ellos o nada que se les parezca.

El espejismo andaluz que convirtió una nueva perdida electoral en victoria al conservar el poder en aquella comunidad unido al alivio asturiano más que ayudar lo que hizo fue distorsionar la percepción de lo que sucedía. El PSOE seguía en caída y el mordisco por su izquierda era cada vez más fuerte. Izquierda Unida en ambos sitios era en realidad la que avanzaba mientras ellos retrocedían. El PP agotaba impulsos y de ello se congratulaban sin entender que eso no significaba en absoluto que ellos los recuperaban.

En esa se ha seguido. Un PSOE desnortado en la oposición, preso de su pasado, una “santa compaña” de derrotados por los escaños de las Cortes, apuntándose a todas las pancartas sindicales, indignadas y hasta antisistema que hasta quieren “ocupar” el Congreso de los Diputados. Lugares que en muchas ocasiones no son los suyos sino donde se les desprecia mientras abandonan el sentir de buena parte de los que fueron sus votantes. Que eran mayoría en tiempos y no estas algaradas. Y de remate la tentación recurrente de los encames con nacionalistas y separatistas de cualquier pelaje con tal de tocar pelo de poder y moqueta de cargos. Eso es lo que ofrecían en Galicia al electorado. Y a golpear allí a Rajoy se jugaba todo Rubalcaba. Quiso convertir las elecciones gallegas, sabedor de que en Eukadi la infamia del Constitucional zapateril convertía derrotas policiales en victoria políticas de los filoetarras, en un test nacional y ahora ha perdido las dos cosas y dado aire al Presidente.

La hecatombe del domingo ha sido estremecedora. Un total de 16 escaños entre ambos sitios, casi la mitad de los votos en Galicia, un tercio de ellos en el Pais Vasco. Y lo que se avecina en Cataluña, donde ya se está en mínimos históricos tras los pinganillos y “menages a trois” de Montilla no pinta mejor ni mucho menos.

Así que cuando el PSOE, ante los envites secesionistas, ante la angustiosa crisis económica, ante la falta de esperanzas y alternativas, sería más necesario que nunca es cuando esta en la peor situación posible. Sin proyecto, resquebrajado, desparecido en ocasiones, con sus referentes del pasado en el ostracismo y con aquellos que iban a ser su presente y futuro destapados como insensatos aprendices de brujo. Y un equipo dirigente donde en verdad da igual, por peso y prestigio, quien salga a dar la cara porque ninguno tienen imagen mínima ante su propia militancia. Valenciano, Lopez y Soraya Rodríguez , siendo generosos, pudieran tal vez tener algun papel en la junta directiva del “Aquí no hay quien viva” pero no en un partido que aspira a liderar España.

Otra cosa es Rubalcaba, el eterno y muñidor segundo, ahora una especie de sufridor sin esperanza, de victima propiciatoria, al que le cuentan los afeitados. Puede, ¡que cosas! hasta llegar a dar cierta lastima. Y hasta preocupar. Porque quien va a hacerse con esa hegemonia de la socialdemocracia en la izquierda. Pues ya ven lo que viene. Izquierda Unida, nacionalistas teñidos de rojo por Galicia y magmas incandescentes por las calles que no se sabe donde van a hacer colada. El PSOE se está deshaciendo y la pregunta es por donde va a solidificar su diáspora. Candidatos hay muchos, hasta se postula Rosa Diez siempre postulada. Pero a uno le da que el agua futura está muy, muy lejana

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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