La Marea de Pérez Henares

El entierro de Rubalcaba

La cuestión no es poner fecha al entierro de Rubalcaba. Lo esencial es dilucidar si quien acaba en el tanatorio o pueden subirlo a planta es al enfermo grave, muy grave, que es el propio PSOE. El asunto no está en quien sucede al desplumado Alfredo sino si aun quedan indios y plumas para el tocado de un jefe y si ese jefe tiene visión o si sigue siendo uno de los de la casta de los visionarios que de las verdes praderas los ha acabado por llevar al más atroz de los desiertos.

España ha enterrado al Zapatero, pero el PSOE sigue sin enterrar al «zapaterismo». Los ciudadanos cada vez que acuden a las urnas echan una palada de tierra a sus encames con lo separatistas, a sus radicalismos y ocurrencias, a sus arrimones a los antisistema y a sus insensateces y disparates económicos. Pero los socialistas siguen jugando a no darse por enterados, a escamotear su obligación de pedir perdón a la sociedad y a sus votantes y a jugar a aparecer como nuevos cuando son todos de una misma camada de poder. ¿Como van a darnos confianza los mismos, exactamente los mismos, que la arrasaron ayer de Rubalcaba a Chacón, o de Aido a Barreda, pasando por los que entonces callaban y hoy la pian, como Bono o Vara?. ¿Como va a salir de esa Santa Compaña, de esa ristra de derrotados muertos vivientes de la política, que están prestos a llevar en hombros el “cadáver” de Rubalcaba, el resucitador del partido?.
La procesión fúnebre sigue su quebrunjoso transitar deteniéndose en cada una de las estaciones de penitencia sufriendo en cada una de ellas un varapalo aún mayor sobre el anterior zurriagazo recibido y gozándose de que en alguna, el espejismo andaluz, les salve un cirineo de la definitiva caída. La ristra de verdugones, autonomías, capitales, europeas, generales se completo el domingo en Pais Vasco y Galicia y ya en ocasiones generales lo que cae es granizo sobre pedrisco. Eso se augura en Cataluña donde el PSC fue ya conducido por Montilla y Chacón de la hegemonía y el Gobierno a un demoledor 18,3%. ¿Es que aún pueden ir a peor?. Pues pueden.
Los socialistas no se juegan un liderazgo, se están jugando el propio partido. La tendencia es cada vez más notoria. Su voto huye y se dispersa. El beneficiado siempre es otro. Del desgaste del poder ellos no solo no recogen nada sino que son ellos a quienes más muerden. Nacionalistas, separatistas, populistas y siempre una Izquierda Unida a la que solo le falta un Sypras griego, aunque a lo mejor ya tiene un Alberto Garzón malagueño. El suelo electoral socialista ya pierde en ocasiones la cuota de los 20%, y quienes les disputan el “campo” suman ya más votos, sucede en Galicia con la suma de Berias-IU y BNG, que los del partido que fue hegemónico y referente casi único de la izquierda desde la Transición. Algo muy parecido ocurre también en Madrid donde su esperpéntico Gómez no deja de proclamar a los cuatro vientos consejos a todos cuando el único útil debiera aplicárselo el. Dedicarse a lo que sea menos a la política.
La cuestión no es pues Rubalcaba si o Rubalcaba no. Quizás lo menos malo de todo sea precisamente Rubalcaba. Lo peor es su carencia de programa y el desconcierto total sobre el camino a seguir. Lo letal es que sigan sin saber ni decidir si son un partido de vertebración nacional o una sucursal de sucursales, si una moderada opción socialdemócrata o una partido de ocurrencias radicales. Lo esencial que deben decidir no es por tanto la fecha del entierro de Rubalcaba sino cuando todos los zombis se entierran junto a él y vuelven a ser un partido socialista en el que una Nación pueda confiar como alternativa. Y eso o lo hacen o a quienes les caerá “la pena griega , como le cayó al PASOK, va a ser a ellos.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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