La Marea de Pérez Henares

La pasta de las cajas

La cajas fueron el tentáculo financiero del poder político de las Comunidades Autónomos y en algunos casos de entidades menores, como diputaciones, cuando su ámbito era solamente provincial. El partido que conseguía el poder conseguía también la “caja” y desde ella y con ella operaba colocando directamente a un personaje del partido o afín a el o a la persona del jefe. Fue retiro más que dorado o hasta sueño final de carrera. Los nombres de Molto, Blesa, Olivas, Serra, Rato, el último en llegar y peor parado, y tantos otros ilustran con precisión el fenómeno.
Amen de control de partido más poderoso en el territorio la cosa llevaba aparejada reparto. Para ellos la parte del león, pero en los Consejos había sitio para la opsición y hasta para el tercero si lo hubiera y para los sindicatos. Así funcionó la cosa años y lustros. Hasta que se desplomó el ladrillo y les pilló debajo.
La crisis y una gestión dictada no por la profesionalidad, de la que carecían y la eficiencia, sino los intereses partidarios se conjugaron para llevarlas a muchas de ellas, las excepciones como Caixa o Ibercaja están contadas, a una sima atroz y a la creación de un agujero que fue la puntilla particular de la situación económica española. Situaron a España al borde de la quiebra y ante una situación tan límite que el actual gobierno se vio forzado a pedir el rescate para ellas. Aquello fue en junio.
Ahora, tras superar mil escollos, memorando y dificultades parece que ya llega. No los 100.000 millones que fue lo que se puso como tope, ni los 60.000 de que se habló después, sino unos 37.000 que son una inmensa pasta. Ni me la imagino vamos. Pero, por lo visto, es lo necesario para tapar el inmenso agujero.
Las condiciones para España fueron dolorosas. Ahora lo van a ser para la entidades y para sus trabajadores, que son los que me duelen. Pero estoy de acuerdo en que no queda otra que hacerlo porque la alternativa de su quiebra sería terrorífica para todos, comenzando por quienes ahí tienen depositados sus ahorros. Habrá que decir también que esto es préstamo, que hay que devolverlo y esperemos que a las arcas públicas se reintegre buena parte. Toda no creo que sea por mucho que me lo digan.
Resulta doloroso. Lo que más, insisto, los despidos pero la reducción del tamaño parece que es inapelable. Pero lo que aún resulta peor y hasta repulsivo es que los responsable, los gestores, los conniventes políticos, se vayan de rositas y algunos encima con indemnizaciones de vahído. No es tolerable ni puede tolerarse. Urge la justicia cayendo sobre todos ellos. La necesidad social, por mínima dignidad y decencia, de que así sea resulta insoslayable.
Por lo demás, ¡ya era hora!. Desde junio. Por eso, si hay que pedir el otro, el de la compra de deuda, y visto lo visto , mejor que resista don Mariano. Que aguante como un buzo que después de pedido, se puede demorar hasta el día del juicio y los que ahora tanto animan liarse de inmediato a sartenazos. Por hoy no van a peor las cosas. Ha bajado la dichosa prima de 400 y el bono se ha quedado en 5,4. Con cien puntos menos desde luego que ni pensarlo.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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