La Marea de Pérez Henares

Privilegios que ofenden

En los delirios de grandeza de las taifas autonómicas y su obsesión de replicar corte y hasta salón del trono, no podía faltar el retiro dorado a sus ex presidentes emulando el trato a los de la Nación. Por ahí fueron hasta once, empezando por los catalanes, siguiendo por Valencia de Zaplana, prosiguiendo por Extremadura, con Ibarra aferrado a la prebenda como lapa a pesar de los esfuerzos de arrancarle de ella, continuando por Castilla-La Mancha de Bono y culminando por el País Vasco donde Patxi López ya se ha apuntado al carro.

Puede entenderse un trato deferente a quienes hayan dirigido los destinos nacionales. Se entiende menos que no renuncien, y los casos de González y Aznar son hirientes, a sus emolumentos cuando cobran un pastizal como consejeros y asesores de compañías y plutócratas mundiales. Pero no puede comprenderse en absoluto y cuando la necesidad ronda las puertas de millones de hogares que quienes tuvieron el honor de representarles se cobren la prebenda de por vida o casi. Los señores Pujol, Maragall y Montilla encabezan el ranking y nos cuestan a todos un millón de euros anuales en mantenerles unos privilegios, porque eso no son derechos, esos son prebendas que ellos mismos y amparados en sus mayorías se votaron, que resultan ofensivas para el conjunto de una sociedad acogotada por el paro, los impuestos y los recortes. Resulta un insulto.

En caso similar se encuentra José Bono. Mas de 160.000 euros anuales en mantenerle un despacho, dos secretarias, coche y chofer. Eso al margen, claro esta de su pensión personal que, tras haber sido amen de ex presidente castellano manchego, ex ministro y ex presidente de las Cortes, entra dentro de lo normal y lo correcto. Y al margen también de que Pepe Bono posea un abultado patrimonio obtenido en los años dedicados a la política, que han sido todos, cuestionado pero donde a pesar de los intentos no ha podido imputársele ilegalidad alguna. Añádase que tan solo sus “aficiones” literarias le han reportado, según el mismo ha confesado, la friolera de 500.000 euros pagados por la editorial Planeta como adelanto del primer tomo. O sea, que no anda Bono descalzo para que sea la aterida comunidad que el presidió y de la que sigue siendo un referente cargue con sus gastos. El mismo, si lo piensa un poco, que lo estará pensando, habría de seguir el ejemplo de su sucesor Barreda, renunciando a ello. Porque dirán que lo han votado las cortes y es verdad. Pero la verdad es que se lo votaron ellos y para ellos mismos, con sus mayorías, y con adquiescencia del jefe. Como en esa misma comunidad se votaron sus impresentables complementos salariales, que ahora pretenden llamar “derechos” para al dejar los diferentes cargos y volver a la función publica ganar entre 500 y 1000 euros mas que otros funcionarios que hagan el mismo trabajo.

Fea cuestión que ya resulta escabrosa cuando encima se presume de sigla socialista y obrera, que esa es otra que ya nadie parece querer ni tener en cuenta y desde luego para nada cierta izquierda tan solo de sigla y escenario pero no parece que de ética. O sea que aquello de Guerra de “To pal pueblo” no se compadece nada con la practica y menos con esto.

No son derechos. No pueden serlo. Por mucho que se escuden en ello. Son privilegios políticos. Queman y ofenden. Y ahora la humareda se ve mucho más en medio del agobio, pero nunca se debió encender tal fuego. Convertir a los políticos en los responsables únicos, en los malos de todas las películas y en los felones perfectos puede resultar incluso injusto, exagerado y no deja de recordar ciertos tufos de épocas dictatoriales. Pero el que se les señale con el dedo se lo han ganado ellos mismos a pulso. Se lo han merecido con creces y siguen clavándose clavos en el ataud de su prestigio con asuntos como estos. Si en verdad quieren recuperar su imagen y su honor, que empiecen por recuperar la decencia y demostrarla renunciando a estos privilegios que si a la opinión publica la hacen hervir a ellos los deja socarrados.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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