La Marea de Pérez Henares

Oxigeno financiero, monoxido separatista y veneno madrileño

El 21 de noviembre de 2011, al día siguiente de las elecciones generales que dieron el triunfo al PP, la prima de riesgo estaba en 470 puntos. Durante el mandato de Rajoy llegó a un mínimo de 299,8 , el 1 de febrero de 2012, y a un máximo de infarto de 638 puntos el 24 de julio, con un pico, a media sesión del día siguiente, de 658 y un interés del bono a 10 años del 7,7%. Ayer cerró en los 330 puntos con los intereses por debajo del 5%., un 4,8% impensable tan sólo hace semanas. El alivio del Gobierno y del presidente era palpable y comprensible. La desolación de los profetas del Apocalipsis que llevan cinco meses anunciando el rescate para mañana solo entendible desde la vanidad afectada o por intereses políticos. Es más sus voceros mediáticos, a veces ellos mismos, minusvaloraban y despreciaban como intrascendente lo que les parecía determinante cuando las cosas pintaban peor que mal. Vamos que esa rebaja a la mitad desde aquel vértigo insostenible y el substancial ahorro en intereses a pagar les parecía una bagatela. Además el rescate llegará. Sí o sí. Lo han profetizado ellos.
Pero lo innegable es que España respira y que el muerto que tantas veces se ha matado se permite resollar. Los inversores extranjeros vuelven a comprar nuestra deuda y la subasta del tesoro se saldaba de manera sobresaliente colocando 5800 millones, 800 por encima del máximo previsto, y a unos intereses un 24% más bajos que al final del año pasado. Que es una pasta que se ahorra. Hay más. También acudían a financiarse las empresas y lo conseguían con holgura y hasta con mejores precios que el propio Estado e incluso alguna comunidad, con Madrid a la cabeza, se ha atrevido y logrado ese objetivo. La bolsa que llegó en el verano pasado a estar por debajo de los 6000 ha remontado por encima de los 8.600 y la cota de los 9.000 parece asequible a corto plazo. En lo económico, pues, para turbación inaudita de los agoreros, no ha comenzado mal el año. Incluso se alumbró una noticia positiva del paro. Que, sin embargo, y esa es nuestra esencial tragedia, no tardará en dárnoslas espantosas con la próxima EPA y con los meses duros que lo van a ser tremendos al menos hasta primavera.
Pero si en lo financiero había oxigeno, el monóxido de carbono tóxico de un problema que ya es más que político, el de la secesión de Cataluña, seguía expandiéndose desbocado. En horas 24 y tras la inauguración del AVE el tandem ERC-Mas (en ese orden, pues los que mandan van delante) daban un paso más en su deriva de ruptura separatista. El in crescendo continuo y la provocación sistemática van a ser la hoja de ruta por ese lado. Y ante ello hay quienes consideran que la respuesta habría de ser hacer sonar de inmediato los clarines.
Sin embargo no es en absoluto, y por fortuna y con inteligencia, esa la actitud del Gobierno y su presidente. Artur Más busca ansioso con su provocación la reacción para presentarse aún más como la victima abofeteada. Pero creo que se ha comprendido que no es a él a quien deben enviarse los mensajes. Eso es inútil, él ya no puede bajarse del tigre en que cabalga. Es a los catalanes a quienes ha de dirigirse y ante quienes deben exponerse las razones, los hechos y las conveniencias. Desmontando la mentira y la premisa falsa de que se les acogota, se les expolia y se les saquea. Ni hay tal ni tampoco que se pretenda oprimir sus señas identitarias ni en legua ni en autogobierno sino que si hay algo cierto es lo contrario: la pretensión de excluir y extirpar las que nos son comunes. Esa va a ser la larga y tortuosa batalla en la que nos vamos a ver enfrascados y que nos va a consumir y hasta hastiar. Pero hay que dar sin desaliento ni dejación. Con prudencia y mesura pero también con la firmeza, la ley y la autoridad cuando proceda. Que es más que probable que llegue el momento que proceda y será entonces cuando, cargados de razones, haya que actuar con toda la contundente serenidad que la ocasión requiera. Pero entonces. No dejarse llevar ahora por la espiral en la que están ellos metidos y en la que pretenden meternos a todos. Y ello sin hablar donde les aprieta el zapato que es por los dineros y las cuentas volanderas.
Si el paro será es el gran toro y el peor de los morlacos de este Gobierno, si impedir la secesión de Cataluña es su mayor reto no deja tampoco de tener su aquel la zozobra interna que no ceja y que tiene nombre de Madrid. El PP tuvo y tiene ahí un bastión que parecía inexpugnable. Hoy se agrieta y se le caen las almenas a cachos. Con el añadido de que se prosigue en la contumaz predisposición a meterse en todos los charcos y hasta pisar avisperos- alinearse con Más en la medida del euro por receta no es menor- donde al final se sale con dolorosos aguijonazos. Madrid es el problema interno y mañana electoral del PP. Los recambios de la dupleta enfrentada, pero brillante, Gallardón-Aguirre, perseveran en sus defectos pero carecen de sus virtudes, capacidad y lustre política. Y lo que fuera reluciente escaparate esta hoy algo peor que de rebajas.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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