Bokabulario

El progre de ‘El País’ no perdona: infamia contra un arzobispo muerto

Huuuy. Juan G. Bedoya encuentra un arzobispo «implicado» en el 23-F… que no fue juzgado y está muerto. Esto se llama respeto a los hechos y a la memoria de un difunto que no se puede defender.

Hace años, El País entregó la sección de religión a Juan G. Bedoya y desde entonces esa sección se ha convertido en una de las más mentirosas y manipuladoras del periódico. Por ejemplo, G. Bedoya -creo que fue un parlamentario socialista en las Cortes, pero en el periódico no aparece ninguna biografía de este abuelete- difundió el timo del paraíso fiscal en que vive la Iglesia católica y el periódico se negó a publicar una carta de rectificación del departamento de prensa de la Conferencia Episcopal Española. Sus piezas vulneran el libro de estilo de El País, ya que no son informaciones, sino opiniones disfrazadas de tales.

Como yo ya no compro prensa de papel de pago, la leo cuando la obtengo gratis o me la regalan. Así, hace unos días leí las dos páginas que El País publicó el 27 de enero sobre unas jornadas de formación de las llamadas escuelas católicas de las que los obispos excluyeron a unos ponentes de poca confianza. Tanto Francisco José Fernández de la Cigoña como Luis Fernando Pérez Bustamante pusieron en ridículo la versión de G. Bedoya.

La pieza de G. Bedoya empieza con una melonada de progre:

Los obispos quieren intervenir en todo lo que ocurre en el catolicismo español, o, al menos, que se les consulte antes de organizar nada.

So imbécil, y el director de El País y su consejero delegado quieren intervenir en todo lo que ocurre en el periódico, ¿o no?

Pero lo que me ha llevado a escribir este post se encuentra en un apoyo del texto. De uno de los ponentes que se mantuvieron en el programa, el sacerdote Juan Rubio, director de Vida Nueva, dice lo siguiente:

También es autor de la biografía del cardenal Estepa, que fue el vicario general castrense elegido por el Rey en 1983 (a petición del Gobierno de Felipe González) tras la asonada militar de 1981, en el (sic) que su predecesor, el arzobispo Benavent Escuín, estaba implicado.

La típica canallada progre, de progre salido de seminario, todo hay que decirlo. No viene a cuento la biografía de Estepa y, mucho menos, la mención al arzobispo Benavent Escuín, pero G. Bedoya tiene que hacerla para dejar en la mente de todo lector que aguante las dos páginas que le atiza que la jerarquía de la Iglesia católica es tan mala, pero tan mala, que estuvo implicada en el 23-F; y el PSOE es tan bueno, tan bueno, que pidió su relevo al rey, otro pedazo de pan.

Yo no sé si el arzobispo Benavent Escuín estuvo o no implicado en el 23-F. ¿Lo sabe G. Bedoya? ¿Fue procesado el vicario general castrense? No. Pues hasta que no se demuestre lo contrario, es inocente. En cuanto nos descuidamos, los progres vuelven a emplear los métodos de la cheka. Tampoco fueron procesados muchos socialistas, aunque había verdaderos indicios, cono la reunión entre el diputado Enrique Múgica y el general Alfonso Armada.

¿Era un facha malo, malísimo y franquista hasta las trancas el tal monseñor? Pues si leemos el obituario que se publicó en Granada, de cuya diócesis fue arzobispo, parece que no:

El 9 de mayo de 1975 publicó una nota titulada ‘Amor, paz y solidaridad cristianas’. En ella reiteraba su solidaridad con los obreros que pedían se adoptasen las medidas necesarias para conseguir un puesto de trabajo. Reprobó la violencia del terrorismo y afirmó que le constaba, por el trato personal con los sacerdotes sancionados, que habían actuado movidos por su sincero amor a los pobres y a la justicia.

Pero a G. Bedoya la realidad no le importa.

Por estas cosas es por las que yo me alegro de que la prensa de papel de pago se encamine hacia su desaparición, en concreto El País, y no porque el periódico tenga ideas u opiniones diferentes, sino porque permite la difamación.

CODA: Otro periódico que ha entregado su sección de religión a un mega-progre para el que los hechos importan menos que los sentimientos y las ideologías es La Vanguardia, con Oriol Domingo, que sigue en las batallas del posconcilio y de la Iglesia castellana, severa, rígida y maleducada, contra la pobrecita Iglesia catalana, fina, simpática y europea.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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