La Marea de Pérez Henares

Augurios de explosión y recetas dudosamente democráticas

La cuestión no es solo lo que dicen sino quienes lo dicen. Porque si quien lo extiende , conferencia y publica es Luis Maria Ansón, con la conspiración, la obsesión de seguir contando y el cabildeo como señas de identidad especificas de su adn, pues podría tomarse a título de inventario. Pero si quienes, amparados en off de record, son gentes que ocuparon ministerios y cargos muy relevantes en las más altas instituciones pues la cosa produce vértigo. A saber, el diagnostico es que esto se acaba, que el sistema, o sea la actual democracia, surgida de la Transición, está al borde del colapso, que va a estallar, que ni Monarquía, ni Parlamento, ni Gobierno ni España, que el desplome está a la vuelta de esquina y que no hay quien lo pare. Solo falta la chispa, que puede encenderse en Cataluña, o porque un “papel Barcenas” demuestre un pago en negro al Presidente, o que haya un muerto o un bonzo en una calle. Estamos encima de una docena de cargamentos de TNT, que no cesan de agitarse y rodeados de mucho personal dispuesto a prender el detonante.

Y sí. Lo cierto es que la posibilidad existe. Ya lo creo que existe y que hay brigadas de incendiarios dispuestos y activos. El desprestigio de todas las instituciones y todos los referentes cabalga desbocado, la situación social es angustiosa y no se vislumbra esperanza, la corrupción invade has los últimos rincones de partidos y mancha a cargos públicos y representantes electos. “Nadie saldría a defender el Parlamento”, se afirma. Ni a la Corona. Ni a la Constitución. Ni a la Democracia. Eso dicen. Y puede que así sea. Aunque uno piensa que quizás si ese caos estallara a lo mejor lo que la gente si defiende es su casa o su tienda y entonces reflexiona que para ello es hacer cumplir las Leyes lo que hace falta.

Pero sigamos. El run run que avanzan en el hervidero madrileño, la receta, tras el diagnostico ciertamente apocalíptico, lo que se anuncia es una implosión, un reventón desde dentro, es quizás lo que hace sospechar de intención y más que dudoso encaje democrático. Los salvadores propuestos serían Aznar y González. Y un sanedrín de notables. El Rey pintaría algo o mucho en la cuestión dando un paso bien adelante o bien atrás, pero un paso. ¿Y a que me suena a mi esto, aunque no haya militares, ni Tejeros ni el general Armada?. Suena a lo que suena y el agua de no es precisamente la de la Democracia aunque quisiera dársele apariencia, como se proponía el 23-F de hacerlo pasar por un bautizo parlamentario.

Llevamos semanas en medio de la tormenta perfecta. Tormenta ahora política cuando curiosamente pareciera que la otra, la de ese rescate de que ya no se habla y de la quiebra económica que se pronosticaba cada día para mañana parecen alejarse, hasta por ahí fuera la descartan, y donde antes había premoniciones de catástrofe ahora hay titulares campaneros y elogiosos. En noviembre hubiéramos firmado está calma en mercados. Pero ahora eso ya parece que no importa. Ahora eso ha pasado a segundo plano. Ahora es otra la crisis y hasta puede que más grave o que hay quienes quieren que sea definitiva y que acabe con todo. ¿Pero con todo? O aquí también hay cierta trampa. ¿Y si en realidad lo que se pretende es, y no en las urnas, derribar un Gobierno aunque en el envite pueda acabar destruyéndose una Nación y un Estado?. Perdonen que note cierto moscardeo detrás de la oreja. Algunas conjunciones resultan muy extrañas, algunas irresponsabilidades clamorosas y sorprendentes algunos viejos y vengativos anhelos concurrentes en el tiempo y el espacio con los extremos contrarios.

Pero más allá de esto, que es consecuencia y resultado, la verdad esta en el caldo de cultivo, en ese pudridero al que asistimos cada día y al que los lideres políticos se empeñan en no dar la respuesta necesaria , imprescindible y urgentísima que exige en clamor unánime la ciudadanía. No entienden que la actitud ante la corrupción según sea propia o ajena, que se da por los partidos y sus terminales mediáticos, solo hace que añadir frustración ira y rabia. Que no es algo para utilizar como arma arrojadiza contra el contrario. Que es el cáncer de todos y que o se extirpan urdangarines, barcenas, blancos, eres, griñanes, espías mortadelas, gurteles, matos, pokemon, ceoes y liberados y toda la pleyade de golfos apandadores, se les sienta en el banquillo, se les mete en la cárcel y se les arroja de los partidos a las tinieblas exteriores o todos, pero todos, acaban siendo llevados a la hoguera, quemados en plaza publica, linchados. Todos. O limpieza o el volcán revienta, se abre el suelo bajos nuestros pies en medio del terremoto y cae la lava y la ceniza sobre todo.

Que ese clima es el augurio más tenebroso. El del linchamiento, del asalto de la aljama judía, de la inquisición y los reos con los sambenitos escupidos por las turbas. Me da miedo. Porque ello es lo que nos está empezando a destruir como pueblo y colectivo, como ciudadanos. Es injusto, degradante y repulsivo. Aunque decirlo sea ir contra corriente. No es la turba, a veces orquestada, la que ha de traer regeneración. Es la Ley y la Justicia. Los políticos, aunque se lo ganen a pulso a diario, no pueden ser el chivo expiatorio único, los apestados. Los “judios”. Que es en lo que se están convirtiendo y no es de recibo que se apliquen con ellos, y como colectivo “leproso”, técnicas de acoso y de derribo, métodos gobelssianos y montajes de telebasura y criminalización generalizada. Porque son, en el fondo, resultado de un sustrato general. ¿O es que aquí hay alguien que no haya pagado o recibido algo en negro, o es que no es este el país, de ¿con Iva o sin Iva?, el de las trampas para el paro, para la pensión, para invalido, para no ir o hacer que vamos. No es este el país del pelotazo, del hacerse rico en menos y de robar en más si a mano se tiene. Mucha hipocresía y mucho sepulcro blanqueado. Viva la limpieza y ojalá todo esto sirva para hacernos diferentes como sociedad y desterrar nuestros peores hábitos. Pero lo que no vale es ese reiterado señalar pajas en ojos ajenos ocultando las propias, ese exigir el baldeo y la cirugía en la casa vecinas mientras se pretende ocultar la porquería en la propia. Exigir que el otro este más limpio que la patena y pretender ocultar el lamparón en la casulla. Ayer mismo lo vimos con Pepe Blanco.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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