La Marea de Pérez Henares

Despues del Caudillo

Nunca compartí el gobierno de Chávez…. fui perjudicada como compatriota venezolana…. Nunca imaginé sentir este dolor por su ida… hasta pronto querido Comandante….”. Estas palabras que una amiga venezolana dejo escritas en su muro de una red social contienen la clave del momento emocional por el que hoy atraviesa Venezuela con la muerte de su caudillo, más allá de los acérrimos y hoy entristecidos partidarios y de sus opositores más enconados. Chávez ha significado mucho, para bien o para mal, pero mucho. para su país, para el conjunto Iberoamérica e incluso ha sido un nombre a tener en cuenta en el conjunto del Mundo, aunque fuera para ser denostado, aunque en ningún lugar le han faltado admiradores.

Ví por vez primera Chavez y fui testigo de su seducción sobre la masas en 1998, al llegar a Caracas y toparme con una gigantesca manifestación de “boinas rojas”. A poco arrasó en las elecciones, mas de un 68%, reduciendo a escombros a los partidos tradicionales, AD (socialdemócrata) del amigo de Felipe González (Carlos Andrés Perez) y la derecha , COPEI,( democristiano) de Caldera que durante generaciones, y con algún dictador por medio, se habían repartido el poder y las riquezas. Chavez era la esperanza de muchos, incluidas clases medias y elites intelectuales hastiadas de la ineptitud, la codicia y el latrocinio institucionalizados. Era una posibilidad de regeneración y de progreso en un país que nadando en petróleo tenía a gran parte de su población en la peor miseria y se hallaba estructuralmente en bancarrota.

Chavez había protagonizado dos golpes de Estado. Luego le intentarían dar otro a él cuando era presidente electo. En algún momento la correlación militar de fuerzas se resumía en un generalato contrario pero contando con adhesión de los oficiales con verdadero mando en tropa. Me lo dejo bien claro un oficial en el Destacamento de la Selva aquel año 98 antes de su primera victoria electoral: “¿Qué pasa si gana Chávez, mi coronel?” . “Si el gana, nada, sino puede que pase”. Hoy, depurados tras el golpe fallido los generales no “bolivarianos”, un ejercito “revolucionario” es la herencia esencial del chavismo y la espada que pende sobre todo el futuro.

El comandante, en su deriva, fue dejándose muchos apoyos y su revolución adquiriendo ribetes de opresión y autoritarismo. Conculcó libertades, persiguió a los opositores, amparó terroristas y vulneró la libertad de expresión, pero siguió ganado elecciones, aunque llegara a perder un referéndum. Enfermo ya y quizás al calor de esa emoción ganó las últimas aunque ya no pudo siquiera tomar posesión del cargo. Algo que ahora crea un grave problema de legitimidad a su sucesor, el vicepresidente Maduro, que quiere presentarse ante el chavismo como el “ungido” como mayor impronta de legitimidad. La constitución es clara, si el presidente hubiera jurado, el hubiera sido a su muerte el depositario del cargo, y esa fue la razón y el intento al traerlo moribundo de Cuba, pero que su imposibilidad de hablar impidió. Pero al no hacerlo de no hacerlo el que legalmente debiera conducir el país a las preceptivas elecciones que habra de celebrarse en un plazo de 30 días ha de ser el presidente del Parlamento, Cabello. Con un añadido más, el vicepresidente debe cesar en el cargo para poder representarse. Papel mojado. Un “golpe de Palacio” y un Tribunal Supremo “a la orden” ha trasgredido una vez más la legalidad para que el chavismo pueda afrontar su futuro. El después del Caudillo.

Más allá de las peripecias que la muerte de todo caudillo supone en cuanto a oscurantismo, conspiraciones hereditarias y ocultaciones continuas – por saberse ni se sabe seguro donde ha muerto finalmente, si en Caracas o en La Habana- lo importante ahora es dilucidar si el chavismo sobrevivirá a Chavez ( su mentor Fidel si que le ha sobrevivido) o corre el peligro de extinguirse con él.

En principio y a corto plazo, esas palabras de mi amiga, reflejan que el chavismo parte ahora con una inmensa ventaja emocional que Maduro y su cohorte se encargara de explotar y agrandar. Lo primero ha sido acusar al “enemigo” de haberle “inoculado” el cáncer, algo ridículo, pero que muchísimos venezolanos se creen a pies juntillas. Lo segundo va a ser su elevación a los altares y la conducción hasta el paroxismo de unas masas ante el cadáver al que se tardará todo el tiempo que pueda aguantarse en dar sepultura y que quizás hasta se embalsame. La creación del mito del nuevo Bolivar, del mártir y padre de la patria, hace mucho tiempo que está en marcha. Y funciona. El personaje en Europa puede parecer un histrión, alguien incluso estrafalario, fuera de cualquier parámetro y un verdadero peligro para todos, los primeros para su propia sociedad, a la que verdaderamente mucho no ha hecho avanzar sino más bien al contrario y no puede hablarse precisamente de éxito económico sino mas bien de absoluto fracaso.

El “Ungido”, a todas luces Maduro, que se arroga la voluntad expresada en el lecho de muerte en tal sentido del Caudillo, tiene de entrada y en principio un terreno muy abonado. El impacto emocional perdurara sin duda hasta las próximas elecciones, donde la oposición no tiene aún candidato, y no parece que haya de tener excesivas dificultades para lograr el poder y llegar a Miraflores.

Pero es después cuando habrá de jugarse en realidad el futuro del chavismo. Y lo hará en dos cuestiones esencial: la economía y los enfrentamientos internos. Porque ya falta el Caudillo y no habrá cortafuegos de populismo y carisma que ofrecer contra la miseria, la violencia y la ruina ni hay culto al líder mesiánico que embride las diferentes ambiciones de los variopintos sectores, personas, aspirantes a lideres, familiares y hasta algún general ambicioso.

Con el espejo retrovisor de las experiencias vividas en Sudamérica la pretensión de perpetuación del chavismo pasa en cierta forma por lograr establecerse de alguna manera al estilo del peronismo en Argentina, ese magma que lo impregna todo y fuera del cual no parece haber vida política, convirtiéndolo todo en una batallas dentro del movimiento global que lo controla y ocupa todo. Esa es la aspiración, pero no es facil lograrla. Mucho dependerá si enfrente se alza una oposición con cierto grado de unidad y cierta modernidad y decencia, aunque esto parece muy difícil no solo en ella sino en todo el conjunto político venezolano. Y de lo que en Venezuela suceda va a depender mucho de lo que pase en muchos países del entorno. Empezando por Cuba cuya dependencia de su petróleo a precio de saldo es vital y pasando por Bolivia o Nicaragua. Otra cosa es el ecuatoriano Correa, reciente y flamante vencedor en sus elecciones, que tal vez piense que ha llegado su momento de liderazgo continental con su tono aparentemente un poco más moderado, aunque solo sea en formas.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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