La Marea de Pérez Henares

El pueblo español

No existe sujeto que haya recibido mas elogios que “el pueblo español”. No ha existido procer ni político, ni pregonero ni intelectual que no haya desgranado en discursos, proclamas y escritos sus muchas y variadas virtudes. Tan sólo aquel Julio Anguita, cuando le daba por utilizar la tarima de maestro viejo, se atrevía a regañarle. Con las ya sabidas consecuencias.
No seré yo, pues, quien ose negar sus cualidades. Para nada, entre otras cosas porque las tiene y son muchas. Pero hoy, y como excepción, me voy a permitir el poner el foco en algunos de sus más preclaros defectos, que también los tiene, aunque hay quien, precisamente esas tachas, sea las que más jaleé y aprecie.

Por irse un poco lejos, aunque en la memoria reciente, me viene al recuerdo un día que pudo ser aún más siniestro de lo que fue. Aquel 23-F del golpe de estado y el secuestro a metralleta y tricornio del Parlamento. Unánimemente fue elogiada después la “prudencia” del pueblo español. Nadie se atrevió ni se atreve siquiera hoy a decir la verdad. Que lo que hubo, generalizado y con muy contadas excepciones, fue canguelo. Dentro y en la calle. Muy justificado, desde luego, pero miedo. La población se metio en casa, y con el transistor entre la almohada y la oreja espero por donde soplaba el aire y salía el sol. El 27-F salieron, entonces si, a la calle. Y ante aquella manifestación no pude por menos de preguntarme ¿cuantos hubieran sido intercambiables de haber ganado los otros y porque apenas cuatro gatos se acercaron la noche de autos por las Cortes a ofrecer un gesto de aliento ciudadano a los secuestrados, cuantos permanecieron en sedes políticas y sindicales?.

Ahora vivimos tiempos procelosos y nuestro amado y elogiado pueblo ha decidido que la culpa de todos los males, y razones tienen no crean, los tienen los políticos y ya no digamos los empresarios y en la cúspide, que tampoco digo que no, los banqueros, los peores. Tienen la culpa de la crisis, de que no haya trabajo, de que la educación sea un desastre, de que el país esté echo unos zorros, de que la honradez sea un bien escaso y el trinque, el clientelismo y el enchufe hábitos generalizados. La pringosa corrupción, que los unos solo ven en los otros y los otros en los unos, es el gran arma arrojadiza y la prueba de cargo por la que debiera llevarse a todos al árbol del ahorcado.

Pero nadie quiere pensar que si por un lado esta el plutocrata que se lo lleva a espuertas a un paraíso fiscal, el preboste que lo trinca y que lo evade apacentando rebaños de millones, por el personal de a pie esas costumbres en pequeño y a escala se repiten por doquier ¿Con iva o sin Iva?. El “negro”, el “sobre” escandaliza pero en eso me pagas un tanto y te abono un cuanto. Que a ver si me pillo una invalidez, que a ver si hago trampas sea con la renta o con el paro o con las percepciones de un par de miserias ayuntadas a las que no tengo derecho pero considero que es un deber que me las den.

El maravilloso pueblo español que ha vivido del más me den que más me merezco, a la hora de las vacas flacas, y cuando los ayuntamientos han dejado de pagar las vaquillas y de subvencionar como actos culturales batir el record de comilones, esta que se sube por las paredes contra todo excepto contra el equipo de futbol de sus amores y los once de pantalón corto que suponen algo así como el rescate de Chipre ni contra esas luminarias televisivas que han envilecido cualquier rastro de dignidad personal o intimidad. El sesudo pueblo español que aplaude a Revilla como referente intelectual y ético, a Falete como modelo estético y a las 14 ediciones de Gran Hermano como la pauta sociológica de futuro está muy enfadado y amenaza con ponerse a quemarlo todo, a arramblar con todo. ¿Y después? Después que se lo arreglen.

Con quien ahora echa más pestes que contra nadie es contra sus representantes, que, insisto, su culpa primera tienen y su penitencia está por pagar y me pregunto. ¿Pero acaso hay algo más parecido, cada cual con los suyos, los que se dicen de derechas y los que se piensan de izquierdas, que las propias gentes votantes con respecto a sus políticos votados? . A lo mejor antes del grito y de seguir en el griterío si nos pusiéramos a meditar que aquello que tanto criticamos no nos es en absoluto ajeno a todos o casi todos en general. Pero ¿quién es el guapo que se atreve a decir estas cosas al intocable pueblo, al pueblo español?

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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