La Marea de Pérez Henares

¡Quiero la cabeza de Mariano Rajoy!

Cada cierto tiempo y desde siempre, pero desde hace una semana con renovada virulencia, alguien, en uno de esos conciliábulos, de esos “cocidos madrileños, de lenguas más afiladas que navajas bandoleras, exclama: ¡Quiero la cabeza de Mariano Rajoy!. Y cree tenerla en la mano. “Está muerto” se concluye y luego lo proclaman por la megafonía mediática.

Ya le sucedió en sus horas bajas de la oposición, perdido el segundo asalto electoral y antes del Congreso de Valencia. Ninguneado, dado por cadáver, de todo le dijeron y los insultos y epitafios, ahí han quedado, escritos, para las hemerotecas que nadie quiere desempolvar y menos quienes cavaban la tumba y tenían lista la lápida. Fue aquello de montarle desde un periódico una alternativa y pretender que un tal Costa era poco menos que un Kennedy. Cabían en un microbús y hasta puede que en un taxi pero el vocerío era incesante. A la cabeza de la manifestación, pero desde atrás y por la acera, Pedro J y Federico Jiménez Losantos componían la dupleta atacante, tras ellos una legión de tertulianos, unos que veneran a Mayor Oreja, el que pudo venir y no vino, como guardián de ética y esencias, los otros adoradores del liberalismo a ultranza, con la dama de Hierro como insignia y con la pretensión de que ese papel lo encarnara Esperanza Aguirre, quien al final, después de algún dejarse querer optó por la callada en el ágora, aunque no dejara de oírsele en el atrio.

Pasó luego que ganaba, primero unas municipales y autonómicas de arrase, hasta en Castilla-La Mancha, pero pudo decirse que no era cosa suya o más bien poco o a pesar de él, incluso. Cuando llegó la urna general y fue absoluto no quedó más remedio que callar un poco. Pero solo un poco y esperar. Que no hubo apenas que hacerlo mucho porque la herencia era un campo de minas, un pozo sin agua, un coche sin gasolina y sin quien nos la fiara.
Hubo acercamientos pero pasó lo de siempre y la constante. Que no se deja. Que no le valen los validos. Y volvió que era un pobre hombre, un timorato, un acomplejado, un apocado sin rumbo ni criterio. Quizás porque no les compraba los suyos. Los errores eran todos, las equivocaciones siempre, la razones de no poder hacer lo prometido escarnecidas y los aciertos ninguno.

El rescate, que así le llaman pero es embargo, era inminente y todo lo más para mañana. Otra vez se levantaba la inmensa polvareda y se daba por hecho su óbito. El tropezón andaluz se le cargó en cuenta pero cuando Feijoo, su amigo y aliado, ganó en Galicia, eso se le escatimo en lo que le correspondía en el habe mientras que se le restaba la bajada, cercana a lo leve, en el Pais Vasco, dada la gravedad del batacazo PSOE y hasta la pérdida del propio vencedor, el PNV. Era mejor jalear el escaño, con apenas 5.000 votos en Alava de la nuevo icono, la “neovirgen” de la política española, Rosa Diez que lleva sin bajarse del escaño, ni del cargo, ni del presupuesto más que Cándido Méndez de liberado, quejosa siempre de falta de focos, cuando sale a diez por R, y todos para ella.

En realidad lo de menos eran ya, y ese es el clima propulsado, eran las urnas. Así que cuando la “prima”, el rescate y que ya jugábamos, a ZP lo largaron del tapete, en la mesa donde se dan las cartas en Europa, y eso ya no había que sacarlo en portada porque eran buenas noticias, se fueron a la calle y allí se produjo lo de los extremeños se tocan con la fabricación de héroes de un día, hasta subir a los altares a un camarero mentiroso, y revoluciones de a cuartillo. Una docena de gritones con pitos, eran un clamor popular, una manifestación de profesionales afectados por el dolor de un recorte, una marea y en cuanto se juntaban dos pues el tsunami del Apocalipsis que quíteme usted el de Japón, una marejadilla.

La confluencia se fue dando por la vía de los hechos, que es donde los extremos tienen a juntarse. Desde la izquierda, y cada vez más escorada, tanto que al final al PSOE le están quitando la cartera, el asalto, lógico por otra parte y con la cierta base de un malestar social creciente y angustiado, el acoso y la deslegitimación parecen de manual pero lo que sorprende es que sea desde los presuntos suyos, que nunca lo fueron en realidad, de donde intente llegar la lanzada final. Hasta con plazo. Siete meses le ha dado el periodista al Presidente. Como lo oyen.

La ofensiva final, o eso creían, era para casi para ayer. La crónica de la muerte que aquí no fue anunciada, se da ya por descontada. Mas después de lo de la Gurtell y su máximo “capo”, el tesorero Barcenas, que ahí si que sangra Rajoy y el PP y no dejaran de salirles pústulas, llagas y hasta cáncer si no se hace lo que, eso es también muy de Mariano, no hizo cuando debía: limpiar las sentinas en vez de intentar taparlas para que no olieran. Y ahora les llega la mierda más por el cuello que por las rodillas.

La hora D, del dia H, fueron, el segundo, la EPA de los 6,2 millones y ,la primera, cuando el Gobierno, más que un diagnostico descarnado, lo que hizo fue dejar al país yerto, helado y con el miedo y la desesperanza recalándole los huesos. Hay fue, hay es, el nuevo toque a rebato, el cocido de las navajas y la cabeza de Rajoy, a los postres, en un plato.

Pero aguanta. De quien dicen que es el más pacato del mundo es quien aguanta y les aguanta. A lo mejor en pura deriva de hecatombe, como ellos dicen, pero les aguanta, a los unos, en la algarada, a los otros en el parlamento, y a los mismos a la vez en los dos sitios y a los de allá en la provocación secesionista. Quizás porque no le queda otra, tal vez porque simplemente sobrevive. O vaya a ver si hasta, que cosas, al final, esto se va arreglando, fluye el crédito, a lo mejor lo de Draghi del jueves no es malo, se crea riqueza y quien cae es el paro. Y hasta puede, que en lo más cercano, la nueva tremolina acabe como aquella otra, también a la luna de Valencia. La lideresa auspiciada y tantas veces requebrada, que abdicó de su compromiso con los ciudadanos madrileños por muy serias y personales razones, que por lo visto si le permiten el dedicarse a los más variados enredos, hizo otra vez la carrerilla de amagar y hasta dar en titulares y para blog, twitter y otras redes, pero luego finalizó a lo cangrejo. Puede que consciente que lo dicho, si lo hubiera expuesto donde debía, en el foro ante los suyos, y no con los del potaje madrileño, hubiera levantado bandera y hasta bastantes adhesiones pero así lo que ha encrespado ha sido los reproches de quienes hasta pudieran compartirla.

Rajoy y su gobierno han decepcionado, han cometido errores, muy graves algunos, otros hirientes, han generado una creciente desconfianza y su apuesta de que al final todo el sufrimiento traerá luz, que se llama trabajo, es cada vez menos creíble y por cada vez menos gente. Si que puede decir, aunque también se le niegue y ahora parezca y se le quite cualquier importancia, que de haber seguido en la anterior derrota, la que ahora esgrimen los mismos socialistas aquellos como de salvación para mañana, España hubiera quebrado, habríamos sido intervenidos y los recortes hubieran sido podas y talas, por el mismo pie del árbol algunas.

O sea que Mariano Rajoy yerra en ocasiones, algunas poco y otras nada. Y hasta, de vez en cuando, acierta. Ninguno va a reconocer los que lo quieren “muerto” antes de las urnas, los que no le reconocen ni los votos, los que quieren ponerle apellidos chavistas a la democracia, los que solo entienden de los derechos propios y nunca de las libertades ajenas, los de los acosos, esos, y tampoco estos otros, unidos tan extrañamente a los unos, en el fin de su final, que desde el extremo contrario quieren la aplicación de las tablas de una ley liberal radical y milagrosa, que no deje piedra sobre piedra de estados de bienestar y otras gaitas socialdemócratas, que suponen iba la ciudadanía a aceptar con resignación boyuna y que en dos patadas dejaban niquelada y hasta con un corte al cero a Administración Publica y Comunidades Autónomas, estos donde sin rascar aparece la más africana de las inquinas, por convicción honrada algunos, que los hay y de respeto, y por pretensión no saciadas algunos otros. A estos, unos, otros y hasta los de mas allá de los dos extremos por los que ha transitado Verstringe y a ese que lleva días gritando ‘Quiero la cabeza de Mariano Rajoy ”, a lo mejor hasta les pasa lo que en la película. Que no se la cortan y que se queda con la chica.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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