La Marea de Pérez Henares

Y si hubiera comenzado a escampar…

Dado que varios batallones de economistas han pronosticando las más variadas suposiciones desde que empezó esta larga agonía de la crisis, como que no era, que no para tanto, que cosa de poco tiempo y luego, hasta hace dos telediarios, que la hecatombe era inminente, el rescate mañana y el Apocalipsis, como mucho, pasado. Y todo eso sin que uno haya visto que se les ha movido una pestaña ni escapado un mínimo balbuceo de reconocimiento de algo parecido a un “pues me equivoqué”, digo yo que podré decir que a lo mejor resulta que comienza escampar y que no nos estamos fijando en que algún claro se ve por allá, a lo lejos o incluso menos lejos.

Porque uno reconoce que de economía sabe mas bien nada, aunque si que me la llevan contando años en sesiones de mañana, tarde y noche, pero tampoco saben de isobaras los que hacen la “Cabañuelas” del tiempo y a veces no marran. Y algo puede percibirse, si se quiere y no se está en esa especie de pesimismo nihilista que parece corroernos, de que ciertas cosas al menos ya no pintan tan mal y algunas angustias ya no nos amargan tanto aunque la esencial, el paro, siga corroyéndonos la esperanza.

Me dicen por aquí y por allá, con sigilo y como no queriendo, que el temporal de pedrisco y la remojatina parece que ya no golpean con tanta fuerza. Y hasta incluso que se ven cada vez más síntomas de que cosas de alcance empiezan a apuntar bien. No les aburriré con optimismos de primas, balanzas de pago, confianzas europeas, afloje de décifit, exportaciones, creación de pymes, aunque no haya crédito, y menos aún cuando se que de inmediato otros datos pueden echar por tierra los anteriores, pero me atrevo a decir que a lo mejor estamos saliendo de esta y que nos está pasando como cuando entramos: que no nos damos cuenta. Ni entonces de en lo que nos estábamos metiendo ni ahora que empezamos a escapar del cepo. Quizás es que, escarmentados de brotes verdes, no queremos hacernos ilusión alguna no sea que volvamos a empedrar de frustración la senda del cementerio.

Ya se que la OCDE nos ha vuelto a anunciar las penas del infierno y que ya no a cual de los niveles de Dante nos queda por bajar, pero yo les digo que si la semana que viene resulta que el paro ha vuelto a bajar serán tres meses consecutivos, todo lo estacionales que quieran, pero bajando y que si la seguridad social sube en afiliación, pues también serán tres meses en que vamos trabajando y cotizando algunos más. Y esta vez si que cruzo los dedos y confío que el “soplo” no se tuerza y que incluso se enderece más de lo que espero.

Desde luego que no se me escapa que vendrán para el otoño nuevas ventiscas y puede que hasta chuzos de punta, pero si se encadenan cinco meses y hasta un semestre de alivios no será malo aunque sea para sobrellevar lo peor por venir. Es más, y ya en el colmo, voy a cometer la osadía de apuntarme a que en el último trimestre incluso ya haya otras luces y la recesión maldita si que empiece a ser pasado. Que empecemos a crecer, vamos. Aunque sea poco. Poquísimo. Pero que no sea seguir mermando.

Ojalá. Pero también he de confesar que me han ido convenciendo de que si no quedó más remedio que subir impuestos, discutible y en discusión, si que sería mas que conveniente que bajaran cuanto antes y de forma que se notara donde debe. O sea, en nómina.

Mi economista optimista de cabecera-me ha costado un sudor encontrar alguno –me asevera además que si tal fuera la salida de la crisis se aceleraría de la manera más rotunda, que nos íbamos a llevar la sorpresa en el 2014. Que es algo que también he oído e incluso leído por algunos medios de opinión extranjeros. Aquí ya saben que no. Aquí estamos en el desgarrarnos las vestiduras y seguir echándonos ceniza en la cabeza, y haciendo caso al diario económico inglés que por turno nos canta el “gori-gori”. Aquí, hasta cuando la UE nos dice que bien, que hay confianza y que ni el 6,3, que el 6,5, que a ustedes se les ve cumplir, y en realidad las recomendaciones son mas o menos, Iva aparte, el propio plan presentado por España pues nos dedicamos a resaltar la esquina peor y el pasadizo más lóbrego por el que vamos a transitar. Llevamos ya mucho tiempo masoquistas y, que quieren que les diga, yo me empiezo a cansar. Además, hasta puede que este verano salga el sol. Digo yo que algún día saldrá y dejará de llover. Vale, aunque sea un rato. Pero, ¡leches!, déjenmelo disfrutar.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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